"El trabajo que hacéis al comprometeros en la vida espiritual es muy diferente a todo a lo que estáis acostumbrados. No se trata de arreglar cosas o de estar ocupado en un despacho, sino de desarrollar esa naturaleza divina que ha sido dada al hombre por su Padre celestial y que, en la vida ordinaria, está ahogada, enterrada por todo tipo de actividades y preocupaciones prosaicas.
Es inútil que acudáis a una Escuela iniciática para tener el mismo tipo de preocupaciones que en el mundo: os sentiréis solos e incluso rechazados, no tanto por las personas que encontraréis, como por la misma atmósfera de la Escuela: tendréis la impresión de encontraros en una tierra extranjera. Pero si queréis tener buenas condiciones para introducir el orden y la armonía en vosotros, para permitir que vuestra naturaleza divina expanda y emprenda un gran trabajo para el bien del mundo entero, entonces debéis ir a una Escuela iniciática… ¡Os sentiréis siempre aceptados y seréis bienvenidos!"