"En Occidente hoy día la gente se plantea la cuestión de saber si es mejor enterrar o incinerar a los muertos.
Ambos ritos, enterramiento e incineración, son buenos, pero en cualquier caso hay que saber una cosa. Cuando una persona es declarada muerta, todavía hay lazos que atan su alma a su cuerpo físico. Si la entierran, estos lazos se van deshaciendo lentamente. Si la incineran, la separación es extremadamente rápida y una separación así puede sentirse como un desgarro, una violencia, sobre todo si esta persona no ha tenido nunca conciencia de que su existencia verdadera no se limitaba a la de su cuerpo físico. ¿Qué puede sentir el alma de un ser que nunca ha creído en su supervivencia después de la muerte?... Se pregunta dónde está, no comprende nada de lo que le sucede. Necesita tiempo para poder liberarse apaciblemente. En tales casos, es preferible el entierro."