"Cuando llega el otoño, las hojas caen de los árboles y se cosechan los frutos maduros. Algunos como las nueces o las castañas pierden su envoltura. El otoño es el periodo de la separación.
Y de la misma forma que el fruto se separa del árbol, y que el hueso o la semilla se separa del fruto, el alma humana se separará un día de su cuerpo. En otoño, el espectáculo de la naturaleza y su atmósfera nos invitan a meditar sobre esta separación. Cuando llega el momento, el alma humana debe abandonar su cuerpo, su envoltura, y lo mismo que se pone a resguardo el grano en el granero, en espera de ser sembrado durante el invierno, el alma se pone a resguardo en el Cielo. Más tarde, igual que el grano, será sembrada de nuevo, es decir, será enviada a la tierra para reencarnarse en ella. Y entonces será el invierno para ella: sufrirá al acordarse con nostalgia del lugar que ha dejado, este lugar en donde reinaban la paz y la luz. Pero trabajará y dará frutos, pensando en los días felices cuando vuelva a su patria celestial."