"Según los casos, el orgullo y la humildad están considerados como cualidades o defectos. Pero desde el punto de vista espiritual, podemos decir que el orgullo empobrece a los humanos, mientras que la humildad los enriquece. Observad la actitud del orgulloso: se hincha, está lleno, mientras que el hombre humilde está vacío. Pues bien, es este vacío lo que atrae la plenitud, la plenitud espiritual. Porque en cuanto se produce un vacío en alguna parte en la naturaleza, una fuerza se precipita para colmarlo. Debemos ser humildes para atraer al Señor, porque Él no puede encontrar sitio donde los recipientes ya están llenos: es preciso haberse vaciado en sí mismo para que pueda entrar.
Si decís: «Dios mío, soy un insensato y Tú eres la sabiduría, yo soy pobre y Tú eres la riqueza, yo soy débil y Tú eres la fuerza...» estáis haciendo el vacío en vosotros, y entonces la Divinidad se precipitará para llenaros. Mientras que si os glorificáis con vuestras virtudes y vuestras capacidades, el Señor os dirá: «Puesto que estás tan contento de ti, continúa como eres, no tienes necesidad de Mí.»"