"La belleza, el encanto, las cualidades morales o intelectuales... cada uno cree saber lo que ama en tal hombre o tal mujer. En realidad, sólo amamos al Único, el Creador que ha hecho a los seres tales como son. No os engañéis, es a Él a quien amáis a través de todas las criaturas. Cuanto más se manifiesta en ellas lo divino, como bondad, como sabiduría, como belleza, como inteligencia, como fuerza, tanto más las amáis.
Nunca podréis pues encontrar la plenitud y el gozo perfectos si, en el ser al que amáis, no buscáis, más allá de él, una realidad más vasta, más rica. Muy pronto le habréis dado la vuelta, y os aburriréis, os sentiréis decepcionados. Iréis entonces en busca de otro amor, pero muy pronto llegaréis otra vez al mismo aburrimiento, a la misma decepción. Y todos los esfuerzos que podáis hacer no van a cambiar nada: hasta que no busquéis ver a la Divinidad en aquel o aquella a quienes amáis, no conoceréis la plenitud, porque os habréis equivocado de camino."