"Alguien dice: «Yo soy sincero y digo lo que pienso, sobre todo a mis amigos» y, ya se ve, ¡lo destruye todo a su paso! La sinceridad es ciertamente una cualidad, pero no hay que estar muy orgullosos de una sinceridad como ésta. ¿Acaso él mismo se preguntó si su opinión era correcta? No, ¿por qué iba a hacerlo? Os dirá que es libre de pensar lo que quiera, que la libertad de pensamiento es una gran conquista de la humanidad.
De acuerdo, la libertad de pensamiento es una cosa valiosa. Pero sólo si sabemos realmente lo que es el pensamiento. ¡Cuántos llaman «pensar» a cualquier agitación de su intelecto respecto a todo aquello que les conviene o que les disgusta! Esto es un error: el verdadero pensamiento no está conectado con el placer o el disgusto, ni siquiera empieza en el plano mental inferior, el intelecto, sino en el plano causal*, es decir, presupone el conocimiento de las grandes leyes cósmicas. La primera opinión que viene no es un pensamiento. Muchos pretenden decir lo que piensan, pero si pensaran verdaderamente, se callarían. O sólo hablarían después de haberse preguntado lo que vale su opinión y, si la expresan, cuáles serán las consecuencias."