YO SOY la Tierra, quien os hablo. Os saludo desde mi corazón, un corazón que pulsa dentro de vosotros. Yo fluyo a través de tu cuerpo y estoy contigo; y quiero apoyarte y darte lo que necesites. Tú estás conectado conmigo en tu cuerpo y a través de él; y Yo continuamente te envío señales de invitación. Escúchame, te estoy hablando a través de tu cuerpo. Ahora dedica un momento a descansar y relajarte para que puedas sentir mi presencia en ti.
Tu consciencia es Luz; y puedes imaginarla como una especie de rayo. Este rayo de Luz se puede enfocar de variadas maneras para permitir que la Luz resplandezca. Tu consciencia es una concentración de conocimiento que es neutral en sí mismo, porque en él no hay procesos de pensamiento, en el sentido de juzgar u ordenar. Es una manera de ser más neutral y objetiva; y tú eres esa consciencia.
Esa consciencia ha descendido hacia el cuerpo que tienes ahora, por medio del cual vives ahora mismo. Llena tu cuerpo con tu Consciencia, comenzando por tus pies. Permite que tu atención fluya a través de tus pies, sin ningún motivo ni expectativa. Para tus pies, esa atención es maravillosa; se bañan con tu consciencia. Siente que la Luz fluye por las plantas de tus pies; y por tus talones y tus dedos de los pies. Siente cómo te relaja la Luz. Déjala subir mientras enfocas tu atención en tus tobillos, en tus pantorrillas y rodillas; y subiendo por tus muslos hasta tu cadera y tu pelvis. Y permite que tu Luz fluya hacia el área de tu abdomen. Toma tu tiempo para hacer esto, para que realmente te sientas anclado en tu cuerpo. Siente que la Luz de tu consciencia fluye en suaves corrientes, ondulando por tus piernas y tu abdomen. Siente que tu mente se detiene; y te haces totalmente consciente de que eres consciencia, tú eres Luz.
Si hay pensamientos, toma nota de ellos de la misma manera como tomarías nota de sonidos externos, tal como del ladrido de un perro en el exterior. Tú no eres ni el ladrido del perro, ni eres tus pensamientos. Tú eres la consciencia que está despierta. Siente el espacio abierto que es tu consciencia. Tú eres ese espacio, el espacio entre tus pensamientos, entre las muchas sensaciones y los muchos estímulos en tu cabeza y en tu cuerpo. Siente cuán libre es esa consciencia. Ella mira todas estas sensaciones e interactúa con ellas juguetonamente. Cuando tu Luz es tan informal y tan libre, cuando se conecta abiertamente con tu cuerpo, la Tierra parte de ti es nutrida. Ésta es la Luz más sanadora que puedas recibir jamás, la Luz de tu propia Alma, de tu propia Consciencia. Esta Luz tiene poder sanador, así que permítele que fluya hacia el lugar de tu cuerpo donde hayas almacenado tensión, hacia el lugar que reconozcas como sitio vulnerable de tu cuerpo. De nuevo, sin ningún juicio y muy objetivamente, permite que la Luz fluya hacia allí. Así es como se restaura el equilibrio.
Hoy quiero hablar sobre el flujo de recibir en tu vida. La forma más profunda de recibir, es aceptarte como eres. Con la Luz que está en ti, tú miras tu propia humanidad, tus sentimientos, tus emociones, tus temores, o tu obstinación. Tú los rodeas con esta Luz gentil y objetiva. Solamente entonces creas el fértil lecho necesario para recibir. El deseo más profundo de un Ser Humano en ser abrazado, ser visto amorosamente, ser reconocido, estar rodeado por los brazos de una madre incondicionalmente amorosa. Eso da seguridad y tranquilidad. En esa seguridad, en ese tranquilo reposo, comienzas a irradiar. Tú eres quien eres, naturalmente; como una flor que surge del capullo. Cuando su lecho es fértil, la flor brota y comienza a florecer naturalmente con su propia radiancia.
Esta vida está destinada a que comiences a sentir ese Amor Incondicional por ti mismo. Éste es un gran desafío, porque en los Seres Humanos vive una incrustada tendencia a buscar el Amor fuera de sí mismos. El temor y la incertidumbre te impulsan a buscar más allá de ti mismo. Tratas de nutrirte de las energías externas, para sentirte satisfecho, abrazado; y para pertenecer. Pero tu Senda es diferente. Tu orden más profunda y más sagrada, es aceptarte sin importar ninguna influencia externa, abrazarte con esa Amorosa Luz que Eres. Y eso incluye esas capas profundas y oscuras que más bien te gustaría ocultar; y que no querrías experimentar. El instrumento con el cual puedes amarte, aceptarte y abrazarte, ya está dentro de ti. Es la Luz de la cual hablé antes, la Consciencia que tú eres. Por un momento siéntela profundamente en tu abdomen. Es una Luz que es de más allá de este Mundo; y no está atada al tiempo, ni al espacio, ni a la forma. Es una Luz Eterna completamente tuya y única. Siente tu propia Luz.
Has permitido que la Luz de tu consciencia circule a través de tus piernas y hacia el área de tu pelvis y tu abdomen. Ahora te pido llevar la Luz más arriba, al área de tu Plexo Solar, que está en el área de tu estómago. Aquí permite que la Luz fluya muy objetiva y calmadamente. El Plexo Solar es un centro muy importante. Hace unos días hablé de como estás actuando como intermediario entre el poder de los Cielos y el de la Tierra, entre el flujo de tu Alma y el de tu cuerpo. Tu Plexo Solar está literalmente en el centro de esa interacción. De cierta manera, es el mediador. La personalidad terrenal que eres, tiene aquí sus cimientos.
Me gustaría hablarte de esa personalidad terrenal. En cierto sentido, la personalidad terrenal es una especie de navegante que tiene que manejar muchas influencias diferentes; y que debe integrar de manera equilibrada la inspiración de arriba, del Alma, con las fuerzas emocionales del niño interior. El cuerpo terrenal tiene que asimilar todo eso, junto con las influencias externas: personas, situaciones, desafíos.
La última vez que hablé expuse dos clases de influencias que os pueden sacar del equilibrio y causaros perturbación. Una es el temor y la otra el control, el deseo de manipular. Si ahora miras el centro del Plexo Solar, puedes imaginar que éste es el asiento del ego, esa parte de ti que debe mediar entre todas estas influencias y flujos; y emprender acciones en este Mundo de tiempo y espacio, de forma material. Yo no veo al ego como algo malo. Lo veo como una necesidad, dado que en este Mundo es necesario para equilibrar todos los diferentes flujos energéticos para que puedas expresarte aquí en este ambiente terrenal. Te capacita para dar y para recibir.
Ahora, en términos generales hay dos trampas para el ego, el cual está centrado en tu Plexo Solar. El ego bien puede hacerse demasiado pequeño, o demasiado grande. Si se hace demasiado pequeño, energéticamente se retira a tu Plexo Solar y se encuentra en un tenso estado de miedo, ansiedad y preocupación. Constantemente piensa que “no puede”, que no es suficientemente bueno, que necesitas a otros; y que no tienes poder. Mira tu interior para ver si reconoces ese tipo de ego. Mira si en medio de las principales influencias que encuentras en la vida: el poder del Alma, las urgencias emocionales del niño interno, las presiones del mundo exterior, frecuentemente tienes el sentimiento de que todo eso es demasiado para ti. Mira si tu ego siente miedo y quiere ocultarse, o si tienes dificultades para tomar tu espacio personal, o si buscas excusas o maneras de escaparte de esta realidad. Ésas son formas de un ego demasiado pequeño que está regido por el temor, o que incluso algunas veces está traumatizado.
Ahora, también está la posibilidad de un ego demasiado grande. Eso también se hace sentir en el área del Plexo Solar. Un ego demasiado grande se siente un poco inflado y forzado; quiere demasiado. Un ego demasiado grande sobrestima su habilidad de hacer las cosas por sí mismo, de configurar y dirigir al mundo. Piensa continuamente: “Necesito organizar esto, quiero arreglar esto, o las cosas no funcionan sin mí”. Quiere mantener el control; y de esta manera limita sus propias posibilidades. Porque cuando el ego quiere ejercer demasiado control, irrevocablemente se cierra al flujo de los impulsos del Alma. Se puede decir que tienes una venda en los ojos, o que tienes visión de túnel, cuando quieres controlar demasiado las cosas desde un ego demasiado grande. Frecuentemente también un ego grande tiene poca conexión con el niño interior. Las emociones y las señales emocionales que surgen del niño interior, frecuentemente son ignoradas o son vistas como agobiantes. El ego quiere avanzar hacia sus metas. Te mantiene atascado en su visión de túnel. Mira en tu interior para ver si reconoces este rasgo. Busca ocasiones en tu vida en que te hayas aferrado a las metas de tu ego, temeroso de dejar ir.
Usualmente, ambos aspectos del ego se encuentran en la mayoría de las personas. Algunas veces el caso es que en una persona haya un mayor énfasis en el aspecto de un ego demasiado pequeño, mientras que en otra es el aspecto de un ego demasiado grande el que le está poniendo trampas. Pero en ambos casos, eventualmente te separas de tu corazón, de tu Alma y de tus emociones. La manera de regresar a tu centro, de permitir la restauración del equilibrio; y de volver a abrir el canal para el Alma y el niño interior, es mirar y observar de manera amorosa, de manera objetiva, lo que estás haciendo. ¿Te alimentas con pensamientos despectivos y opresivos? ¿Te empequeñeces? Luego creas un cuento en torno a esa idea de que las cosas no pueden ser de otra manera; y de que así está bien.
Examina el cuento detalladamente. Míralo cuidadosamente hasta llegar a ver que ese cuento está regido por el temor, por un ego que no se atreve a tomar el espacio personal, a confiar en sí mismo y en su propia fortaleza. Rodea a ese ego con Amor, comprensión y gentileza.
Cuando tu ego se va demasiado hacia la otra dirección, cuando rehúsa dejar ir e insiste en determinarlo y regirlo todo, entonces hazte consciente de esta estructura de creencias, pero hazlo con una mirada gentil y comprensiva. Ríete de la manera como enredas las cosas cuando terca y obstinadamente te aferras a una visión de túnel. Permítete ser placenteramente sorprendido por nuevas posibilidades. Recuerda que frecuentemente es una virtud no saber algo, estar abierto a lo nuevo.
¿Por qué hablo hoy sobre estas dos formas de ego desequilibrado? Porque es la clave para que puedas recibir lo que la vida quiere darte. Te desconectas del flujo de recibir, ya sea haciéndote demasiado pequeño o demasiado grande. Al mirar estas tendencias en ti mismo y sonreír ante ellas, regresas a tu centro naturalmente. Siente eso por un momento. Visualiza que tras de ti o a tu lado está tu Alma; y ante ti o a tu lado está tu niño interno. Siente el gran poder sabio de tu Alma, que sabe mucho más de lo que tú puedes saber con tu mente humana. ¡Confía en ella! ¡Confía en él!
Imagina que en tu Plexo Solar vive una pequeña figura, un hombre o una mujer, una figura que representa a tu ego; y mírala muy objetivamente. ¿Quiere esa figura estar adelante y trata de ordenarlo todo? ¿O se hace atrás porque todo eso es demasiado, demasiado agobiante; y siente mucho temor? Mira cuál movimiento está tentado a hacer tu ego, retirarse o avanzar. Finalmente, imagina que tu ego está equilibrado y que esta figura en tu Plexo Solar está de pie en una posición erguida. Está conectada con tu Alma y con los Cielos de arriba; y con tu cuerpo y con la Tierra de abajo. Siente de cuánta ayuda y cuán liberador es eso para tu ego, para tu personalidad. Todo se vuelve más libre y más fluído. Es un suave flujo de Amor Incondicional. Permite que exista este flujo; y permítele elevarte.
Tradujo: Jairo Rodríguez R.
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Fuente:www.trabajadoresdelaluz.com