"En el momento en que los acontecimientos se producen, no podemos saber si, con el tiempo, estos acontecimientos van a revelarse como felices o como desfavorables para nosotros. ¡Cuántas circunstancias que la gente consideraba favorables fueron finalmente la causa de su hundimiento mientras que algunas pruebas, se revelaron, a la larga, como muy benéficas! No es pues en el instante mismo cuando podemos juzgar respecto de la dicha o la desgracia; hay que esperar antes de pronunciarse.
Ante cada situación desagradable o dolorosa, acostumbraos pues a deciros que al final del camino quizá os espere la felicidad. No perdáis el tiempo quejándoos o rebelándoos, más bien dad gracias al Cielo. Al decir «gracias», liberáis en vosotros unas energías que van a ayudaros a hacer frente a la situación. Sí, éste es el poder de la palabra «gracias»: se lanza ya contra el obstáculo que se os oponía y neutraliza los venenos que la tristeza, la ira y el desánimo empezaban a destilar en vosotros."