"¿Habéis reflexionado sobre esta capacidad que tiene la tierra de transformar los desechos, e incluso los cadáveres que recibe de los reinos vegetal, animal y humano para producir árboles y flores magníficas, cereales, hortalizas y frutos suculentos? ¡De qué laboratorios extraordinarios debe disponer! Entonces, ¿por qué no tomar ejemplo de ella? Podéis incluso pedirle que os ayude a realizar este trabajo de transformación en vosotros.
¿Queréis que os indique un ejercicio? Cuando vayáis a caminar por la naturaleza, sentaos o echaos en el suelo, haced un pequeño agujero, meted los dedos en él y decid: «Oh tierra, madre mía, tú que me has dado mi cuerpo y que me alimentas cada día, te doy gracias... Pero quiero aún pedirte una cosa: puesto que tienes el poder de transformar las materias más viles, acepta tomar todas mis impurezas, todas mis manchas, para trabajar con ellas, y devuélvemelas como una materia tan transparente como el cristal.» Permaneced unos instantes recogidos, y después dad gracias a la tierra."