"Sean cuales sean las circunstancias, el placer nunca debe ser tomado como criterio. O al menos hay que saber que se trata de un criterio muy insuficiente. Porque, lo que procura placer generalmente a los humanos a menudo alimenta más a sus instintos que a su alma y a su espíritu. Sólo hay que ver dónde encuentran el placer: comer, beber, seducir a hombres y mujeres, jugarse el dinero, vivir en el lujo, abusar del poder, vengarse, etc., las posibilidades no faltan. ¿Pero a dónde van así?
Al buscar el placer, cada uno sólo piensa en sí mismo. Su placer es para él; no busca el placer de los demás, sino únicamente el suyo. De esta manera estrecha su campo de conciencia y, para obtener este placer y para defenderlo, a menudo se ve obligado a emplear unos métodos detestables; entonces exige, amenaza. Y cuando se ve privado de este placer, se muestra violento, vengativo, y los demás que le encuentran insoportable, se lo muestran. Entonces, ¿qué beneficios puede sacar verdaderamente de todo eso?"