Pensamiento del viernes 30 de junio de 2017.
"Como el animal, el hombre come para subsistir. Sin embargo, no debe contentarse en comer como un animal, es decir, sin conciencia. ¿Por qué? Porque los alimentos no son una materia muerta, están vivos. Y puesto que están vivos, tienen voz.
Nos hablan y nos comunican sus secretos. Para recibir estos secretos, debemos aprender a comer en silencio concentrándonos en cada alimento que nos llevamos a la boca.
El alimento es luz solar condensada, pero también sonidos condensados, porque la luz no está separada del sonido. Para aquél que está atento y se ha ejercitado en escucharla, la luz habla, canta, es música, es el Verbo divino. En el caos del mundo, no se puede oír nada, ¡y es una auténtica pena! Para comprender el lenguaje del alimento, hay que comenzar por restablecer el silencio, no sólo alrededor de si mismo sino en uno mismo.
"Como el animal, el hombre come para subsistir. Sin embargo, no debe contentarse en comer como un animal, es decir, sin conciencia. ¿Por qué? Porque los alimentos no son una materia muerta, están vivos. Y puesto que están vivos, tienen voz.
Nos hablan y nos comunican sus secretos. Para recibir estos secretos, debemos aprender a comer en silencio concentrándonos en cada alimento que nos llevamos a la boca.
El alimento es luz solar condensada, pero también sonidos condensados, porque la luz no está separada del sonido. Para aquél que está atento y se ha ejercitado en escucharla, la luz habla, canta, es música, es el Verbo divino. En el caos del mundo, no se puede oír nada, ¡y es una auténtica pena! Para comprender el lenguaje del alimento, hay que comenzar por restablecer el silencio, no sólo alrededor de si mismo sino en uno mismo.