"Aquél que sale de su casa para encontrarse con los demás, se esfuerza en estar presentable con su ropa, su mímica, sus gestos, sus palabras. Pero si está solo en su casa, como nadie le observa, se abandona. En realidad, ¿está realmente solo? No, está habitado por todo un pueblo, sus células, que son entidades vivas e inteligentes. Este pueblo le observa y su mirada es mucho más severa que la de la sociedad, porque no le impresionan ni sus ropas ni sus gestos bien estudiados, sino lo que es, él, profundamente.
Pensad más a menudo en tener en cuenta a este pueblo que está en vosotros, porque si siente que interiormente os abandonáis a la pereza, a la sensualidad, al desorden y a la violencia, dice: «Como este es el ejemplo que nos da nuestro dueño, vamos a imitarle, ¡y ya verá lo que pasa!» Y he aquí la revolución, no sólo en vuestro organismo psíquico sino también en vuestro organismo físico. Mientras que al contrario, si sabéis darle buen ejemplo, este pueblo es capaz de hacer maravillas."