Pensamiento del viernes 21 de Octubre de 2016.
"A menudo se compara la vida con el agua que fluye. Pero ¡qué diferencia hay entre el agua que brota de la fuente, en la cima de la montaña, y aquella que llega a la desembocadura del río después de haber recibido toda clase de suciedades e incluso de productos tóxicos! Pura o contaminada, el agua siempre es agua, como la vida es siempre vida; pero nada es más vivificante que el agua pura, mientras que el agua contaminada conlleva la muerte. Como el agua que brota de la fuente, la vida que mana del seno de Dios desciende para dar de beber a todas las criaturas y, según las regiones que atraviesa, se sobrecarga de diferentes elementos. Así pues, no todas las criaturas reciben la misma agua del río; ello depende del lugar dónde se encuentran, más cerca del nacimiento o de la desembocadura. Esta vida que viene de Dios nunca cesa de fluir. ¿Pero son conscientes los humanos del carácter sagrado de la vida? No, ensucian la vida de Dios, el agua de Dios.
Esto os sorprende, os preguntáis cómo es posible. Es muy simple: cada vez que falta la sabiduría, el amor, el desinterés, es como si echáramos basuras al río del Señor. Y el río no protesta, lo acepta todo para ayudar a los humanos y continuar circulando. Espera a que ellos tomen conciencia de sus responsabilidades para la conservación de la vida."
"A menudo se compara la vida con el agua que fluye. Pero ¡qué diferencia hay entre el agua que brota de la fuente, en la cima de la montaña, y aquella que llega a la desembocadura del río después de haber recibido toda clase de suciedades e incluso de productos tóxicos! Pura o contaminada, el agua siempre es agua, como la vida es siempre vida; pero nada es más vivificante que el agua pura, mientras que el agua contaminada conlleva la muerte. Como el agua que brota de la fuente, la vida que mana del seno de Dios desciende para dar de beber a todas las criaturas y, según las regiones que atraviesa, se sobrecarga de diferentes elementos. Así pues, no todas las criaturas reciben la misma agua del río; ello depende del lugar dónde se encuentran, más cerca del nacimiento o de la desembocadura. Esta vida que viene de Dios nunca cesa de fluir. ¿Pero son conscientes los humanos del carácter sagrado de la vida? No, ensucian la vida de Dios, el agua de Dios.
Esto os sorprende, os preguntáis cómo es posible. Es muy simple: cada vez que falta la sabiduría, el amor, el desinterés, es como si echáramos basuras al río del Señor. Y el río no protesta, lo acepta todo para ayudar a los humanos y continuar circulando. Espera a que ellos tomen conciencia de sus responsabilidades para la conservación de la vida."