"Incluso los místicos han confesado que la búsqueda de Dios, del Absoluto, es larga, decepcionante, y que a menudo tenían la impresión de buscar a tientas en el vacío. Es cierto, cuando buscamos a Dios, podemos tener la impresión de estar debatiéndonos en el vacío; pero esto sólo es una impresión, no hay que desanimarse.
Tomemos un ejemplo. Un hombre cava un pozo para tener agua y saciar su sed. No sabe a qué profundidad va a encontrarla, y en esta incertidumbre, podría verse tentado a renunciar a buscarla. Pero tiene la imagen, el reflejo de este agua en su cabeza, en su corazón, en su alma. Vive con la idea, con el pensamiento, con la esperanza del agua, y aunque esta agua no brote aún físicamente, ya brota en él. Del mismo modo, aquel que busca a Dios, aunque en apariencia no encuentre nada, trabaja con una realidad muy poderosa que vive en él. Puede decirse: «Todavía no he encontrado realmente a Dios pero Él se manifiesta a través de mis pensamientos, mis sentimientos, mis deseos.» Y esta esperanza, esta fe, ya es Dios..."