"La voluntad siempre va acompañada de una cierta forma de concentración. Cuando queréis escuchar palabras o música, vuestra atención se concentra en vuestros oídos. Cuando queréis observar o leer, se concentra en vuestros ojos. Cuando queréis correr, saltar o lanzar un objeto, se concentra en vuestras piernas o en vuestros brazos. Igual que en el momento de presentar batalla, un general concentra los soldados y los cañones en ciertos puntos estratégicos, según la actividad que hayáis escogido realizar, concentráis vuestras fuerzas, vuestras energías, vuestra atención en tal o cual parte del cuerpo.
Toda la naturaleza trabaja con la concentración: concentración de los jugos, de las sustancias, de los rayos, de las ondas... La concentración es una acumulación de materiales, de energías, en un espacio limitado; está destinada a formar, a cristalizar un proyecto, un deseo. Por eso, si queremos realizar un ideal divino, debemos aprender a concentrar nuestra atención y nuestros pensamientos en él."