"La inteligencia del hombre depende del estado de sus diferentes órganos: el hígado, el estómago, los intestinos... Si todas las células de su cuerpo no hacen correctamente su trabajo, su capacidad de pensar, de juzgar, se verá afectada: por mucho que lea y estudie, en todas sus reflexiones se proyectarán tintes sombríos y deformaciones provenientes del mal funcionamiento de sus órganos.
¡Incluso aquellos que son considerados como grandes pensadores, grandes filósofos, muchos de sus errores tuvieron su origen en el estado defectuoso de las células de ciertos órganos que obstaculizaban su actividad mental! Las insuficiencias del hígado, del estómago, de los intestinos, del páncreas... crean en alguna parte del cerebro ciertos obstáculos que un hombre, aunque sea muy inteligente, no puede superar. Entonces, ¿cómo reducir estos obstáculos? Haciendo ejercicios. Y precisamente, los ejercicios preconizados por una enseñanza espiritual, aunque sólo fueran los consejos concernientes a la respiración y la nutrición, no tienen otra finalidad que mejorar el estado de nuestras células con el fin de ampliar y mejorar nuestra comprensión."