"¡Cuántos espiritualistas se imaginan que la clarividencia es la facultad más envidiable! No, e incluso les impedirá progresar si la desarrollan antes de haberse purificado y reforzado. Porque, si no, ¿qué es lo que verán? No podrán ir más allá de las regiones inferiores del plano astral, allí donde sólo se encuentran entidades oscuras y maléficas. Estarán tan horrorizados que sólo pensarán en desembarazarse de esta facultad que les parecía tan deseable y que se ha convertido en la causa de sus tormentos.
El verdadero clarividente es aquel que es capaz de elevarse hasta la contemplación de las regiones celestiales, y para conseguirlo debe purificarse. Y también debe adquirir una gran resistencia psíquica, porque tendrá también que soportar ver todo lo que se trama de oscuro y criminal en el corazón y en la cabeza de los humanos. No basta con «ver», hay que ser suficientemente puro para descubrir los esplendores del Cielo y suficientemente fuerte para soportar los horrores del Infierno."