Pensamiento del lunes 2 de abril de 2018.
"La ley del tiempo es implacable, nada se le resiste. Y así como nos vemos obligados a reconocer que un edificio envejece y necesita ser reparado, también este edifico que es el ser humano (nosotros mismos) debe ser renovado, rejuvenecido, iluminado, es decir reconstruido sobre nuevas bases, con nuevos materiales.
Diréis: "¿Pero cómo podemos nosotros reconstruir nuestro cuerpo?" No se trata de reconstruir ni siquiera de rejuvenecer el cuerpo físico, no podemos impedir su envejecimiento. Pero este envejecimiento debe ser compensado con la construcción del cuerpo espiritual, cuya materia inalterable se encuentra muy arriba, en los planos sutiles. Mediante la meditación, la contemplación, podemos atraer partículas de esa materia e introducirlas en nosotros para construirnos un cuerpo nuevo que llamamos el cuerpo de gloria. Esto es lo que quería decir san Pablo cuando hablaba del viejo Adán que debía renacer en Cristo.""La ley del tiempo es implacable, nada se le resiste. Y así como nos vemos obligados a reconocer que un edificio envejece y necesita ser reparado, también este edifico que es el ser humano (nosotros mismos) debe ser renovado, rejuvenecido, iluminado, es decir reconstruido sobre nuevas bases, con nuevos materiales.
Fuente:
http://www.prosveta.com