Pensamiento del domingo 1 de mayo de 2016.
"El discípulo de una enseñanza espiritual aprende a entrar en relación con todas las fuerzas vivas de la naturaleza. Cuando abre su ventana, por la mañana, empieza por saludar al cielo, al sol... levanta la mano para saludar al día y a toda la creación, y con este gesto establece ya un contacto. A los árboles, a las piedras, al viento, les dice: «¡Os saludo!, ¡os saludo!» y ellos le responden. Saluda también a los ángeles de los cuatro elementos: los ángeles de la tierra, del agua, del aire y del fuego, pero también a los gnomos, las ondinas, los silfos, y las salamandras, y todos se ponen a cantar, a bailar: ¡y se sienten felices!