Pensamiento del lunes 11 de abril de 2016.
"Las lamentaciones sobre la naturaleza humana pecadora y que nos conduce hacia el mal, no sirven de nada. No hay nada que lamentar, sólo hay que trabajar. Bien sea la vanidad, el orgullo, la cólera, los celos, la sensualidad, todos los defectos deben ser trabajados. Éste es el único punto de vista bueno, la única solución acertada. Lo que cuenta es el trabajo, no os ocupéis del resto; vuestras cualidades, vuestros defectos, esto es secundario. Cuando encontramos el mejor trabajo al que decidimos consagrarnos sinceramente, incluso los defectos se convierten en buenos servidores.
Tomemos un ejemplo muy simple. Queréis levantar un peso. Todas las energías contenidas en potencia en vuestro cuerpo se movilizan: los músculos, el corazón, los pulmones e incluso el cerebro participan en la acción. Pero si no deseáis hacer algo, todos vuestros órganos se estancan, se adormecen. Es el deseo de trabajar quien moviliza todas vuestras potencialidades. Si se pone a trabajar, hasta un criminal puede terminar siendo más generoso, paciente y bueno que los hombres más virtuosos. Mientras que, a menudo, la buena gente no hace nada destacado: les basta con ser como es, no piensa en el trabajo."
"Las lamentaciones sobre la naturaleza humana pecadora y que nos conduce hacia el mal, no sirven de nada. No hay nada que lamentar, sólo hay que trabajar. Bien sea la vanidad, el orgullo, la cólera, los celos, la sensualidad, todos los defectos deben ser trabajados. Éste es el único punto de vista bueno, la única solución acertada. Lo que cuenta es el trabajo, no os ocupéis del resto; vuestras cualidades, vuestros defectos, esto es secundario. Cuando encontramos el mejor trabajo al que decidimos consagrarnos sinceramente, incluso los defectos se convierten en buenos servidores.
Tomemos un ejemplo muy simple. Queréis levantar un peso. Todas las energías contenidas en potencia en vuestro cuerpo se movilizan: los músculos, el corazón, los pulmones e incluso el cerebro participan en la acción. Pero si no deseáis hacer algo, todos vuestros órganos se estancan, se adormecen. Es el deseo de trabajar quien moviliza todas vuestras potencialidades. Si se pone a trabajar, hasta un criminal puede terminar siendo más generoso, paciente y bueno que los hombres más virtuosos. Mientras que, a menudo, la buena gente no hace nada destacado: les basta con ser como es, no piensa en el trabajo."