"«Dad al César lo que es del César, y a Dios lo que es de Dios», respondió Jesús a los fariseos que le preguntaban si debían pagar el impuesto al César, es decir, al ocupante romano. César representa aquí los poderes de la tierra en oposición a los poderes de Dios, el Rey celestial. Pero podemos también interpretar que César es como una de las formas de nuestra naturaleza inferior, nuestra naturaleza puramente humana que reclama nuestros recursos exactamente igual que el César exigía los impuestos. Todos tenemos dentro de nosotros un César que reclama, y la cuestión es saber cuánto debemos darle.
La respuesta nos la dan los cuatro elementos. Hacéis un fuego con madera: veis una cantidad de llamas que brotan de él; después gas, en menor cantidad; después vapor de agua, menos aún; y finalmente, sólo queda en el suelo un puñado de cenizas... El fuego, el gas, el vapor de agua han subido hacia el cielo; sólo ha quedado la ceniza, la tierra. ¿Veis?, eso indica cuánto hay que dar a la naturaleza inferior: lo que corresponde al elemento tierra; digamos, para ser generosos, un cuarto. Y los otros tres cuartos debemos dárselos a nuestra naturaleza divina. "