"¿A dónde les llevará a los humanos la práctica de la filosofía, de las ciencias y de las artes si primero no están vivos y bien alimentados? Es verdad que en las universidades y las academias se les proporciona a los estudiantes muchos conocimientos, pero no se les alimenta. Por eso los vemos a menudo con las piernas vacilantes, con el corazón vacío y con niebla ante los ojos. En la escuela de los grandes Iniciados, por el contrario, se alimenta bien a los estudiantes y cuando se han vuelto fuertes y robustos, se les pone a trabajar, se les da un arado, se les explica cómo labrar y sembrar la tierra. Diréis: «¿Qué? ¿Hay que labrar y sembrar una tierra? ¿Qué tierra?» La que todos poseemos: su cabeza.
Los que saben labrar y sembrar buenas simientes en su propia tierra, comerán hasta la saciedad toda su vida. Los demás sólo verán crecer malas hierbas, que no sólo no les serán útiles, sino que les perjudicarán y perjudicarán a su entorno. "