"El que tiene demasiada confianza en sí mismo, provoca a los demás: se crea enemigos, y así pierde una parte de su tiempo en enfrentamientos y ajustes de cuentas. Que se cuestione un poco y se diga: «Yo no soy ni tan sabio, ni tan bueno, ni tan fuerte. No es pues en mí mismo en quien debo tener confianza, sino en Aquel que es omnisciente, todo amor y todopoderoso.» Así, gracias a esta duda con respecto a sí mismo, y gracias a su fe en Dios, permitirá que el Señor penetre en él y se manifieste a través suyo, y por todas partes a donde vaya, será un factor de paz y de armonía.
Cuando hayáis aprendido a ser humildes ante el Señor, Él se manifestará a través de vosotros y entonces obtendréis el verdadero poder, el poder espiritual. Vuestra salvación está en la toma de conciencia de que vosotros sois, por vosotros mismos, poca cosa, que vuestra grandeza viene de Dios. Podéis creer en vosotros, pero sólo con una condición: si, a través de este ser que llamáis «yo», es en Dios en quién creéis."