"Las piedras son seres vivos. Puesto que el universo entero está vivo de la vida de Dios, las piedras también están vivas, lo que significa que pueden alegrarse y hasta pensar. Objetaréis que, al no tener cuerpo etérico como las plantas, y aún menos cuerpo astral como los animales, ni cuerpo mental como los humanos, no podemos decir que estén vivas. Es verdad, las piedras no tienen ni cuerpo etérico, ni cuerpo astral, ni cuerpo mental, y lo que nosotros llamamos sensibilidad, sentimiento y pensamiento lo desconocen. Pero están vivas. Si las ponemos abajo en la escala de la evolución, es simplemente porque su ser espiritual se encuentra tan alejado de ellas que no tiene ninguna comunicación con su ser físico. Sin embargo, las piedras también son el receptáculo de una entidad espiritual, pero ésta todavía no ha descendido suficientemente en ellas para animarlas, y por eso parecen sin vida.
Y entonces, ¿qué es lo que se alegra y piensa en las piedras? El espíritu que está muy lejos, en lo alto, no las piedras ellas mismas. Y cuando las desplazamos o las rompemos, lo aceptan y son felices: sienten que van a participar en la construcción de algo nuevo. "