Pensamiento del lunes 23 de mayo de 2016.
"Bajo una manera u otra, todos los humanos sufren una ocupación: ciertos intrusos se han instalado en ellos. En efecto, todas esas costumbres perjudiciales para su salud física y psíquica, ¡estos son los intrusos! Los ocupantes a los que el hombre debe hacer frente son innumerables: cada mal instinto que no ha logrado rechazar, los celos, la cólera, el rencor, la avidez, la gula, la sensualidad, el orgullo, la vanidad, etc.
Pero entre todos los posibles ocupantes, el más peligroso es ciertamente la pereza, ¿Por qué? Porque se aferra a la voluntad. Comprendemos lo que debemos hacer, sentimos lo que habría que hacer, pero la voluntad está ausente; y como la voluntad es el motor de toda decisión, las fuerzas vivas resultan perjudicadas. Pero cuando el intelecto comprende verdaderamente lo que es bello y bueno, y cuando el corazón lo desea, finalmente la voluntad se ve obligada a seguir. Entonces, ¡he ahí la liberación!"
"Bajo una manera u otra, todos los humanos sufren una ocupación: ciertos intrusos se han instalado en ellos. En efecto, todas esas costumbres perjudiciales para su salud física y psíquica, ¡estos son los intrusos! Los ocupantes a los que el hombre debe hacer frente son innumerables: cada mal instinto que no ha logrado rechazar, los celos, la cólera, el rencor, la avidez, la gula, la sensualidad, el orgullo, la vanidad, etc.
Pero entre todos los posibles ocupantes, el más peligroso es ciertamente la pereza, ¿Por qué? Porque se aferra a la voluntad. Comprendemos lo que debemos hacer, sentimos lo que habría que hacer, pero la voluntad está ausente; y como la voluntad es el motor de toda decisión, las fuerzas vivas resultan perjudicadas. Pero cuando el intelecto comprende verdaderamente lo que es bello y bueno, y cuando el corazón lo desea, finalmente la voluntad se ve obligada a seguir. Entonces, ¡he ahí la liberación!"