El miedo es un sentimiento de
inquietud, turbación y desasosiego, provocado por la percepción de un peligro,
una amenaza que puede ser real o ficticia, contra uno mismo o contra alguien
querido. La persona afectada por el miedo se siente muy insegura de sí misma,
indefensa, y duda de cada decisión importante que toma porque espera una
consecuencia negativa de ella, algún daño emocional o físico. Además ocurre que
el miedo alimenta al miedo. Quiere esto decir, que el miedo hiperexcita la
mente para que, a partir de situaciones reales, cree situaciones imaginarias en
las que aparezca una amenaza que sólo existe en la imaginación, pero que la
persona acaba creyendo que es real, incrementándose así su temor, ya no sólo
por amenazas reales, sino también por amenazas imaginarias.
El miedo también genera
preocupación, porque uno intenta anticiparse mentalmente a todas las
situaciones amenazantes, buscando la manera de salir indemne en cada una de
ellas. El terror y el pánico son percepciones de miedo intenso y agudo,
altamente traumatizante.
El miedo es uno de los
sentimientos más perniciosos para el avance del espíritu, porque impide que se
manifieste tal y conforme es. Incluso tratándose de un espíritu
bienintencionado y con voluntad de avanzar, si no supera los miedos puede
quedarse estancado en su evolución durante bastante tiempo.
Pero, entiendo que no todos los
miedos son iguales.
No, claro. Pero, en general,
los miedos hacen que el espíritu se reprima, se inhiba de actuar conforme
siente, incluso reprima totalmente sus sentimientos, ahogándolos. Por ello se
estanca.
Pero, ¿miedo a qué,
exactamente?
El miedo más común es el miedo
a la reacción negativa de los demás contra uno mismo. Variantes de miedos que
entrarían dentro de esta definición serían el miedo a no ser querido, a no ser
comprendido, a ser rechazado, a ser despreciado, miedo a la agresividad
(violencia física o psíquica), miedo a la soledad. Como digo, el temor a la
reacción negativa de los demás contra uno mismo alimenta a su vez el miedo a
manifestarse uno tal y conforme es.
La persona que se deja llevar
por este miedo acaba por amoldarse a una forma de ser que no es la suya, sino
que es la que los demás quieren que sea.
Los demás pueden ser personas
cercanas, queridas por la persona o al menos personas de las que el espíritu
espera cariño, generalmente de la familia (madres, padres, hermanos, pareja,
etc), pero también se puede extender en general a cualquier relación humana.
Este miedo es muy frecuente que provenga de la infancia, cuando el niño ha sido
objeto de maltratos y/o abusos físicos y/o psicológicos, dentro o fuera de la
familia.
Otros miedos que no entrarían
en la definición anterior serían el miedo a lo desconocido, el miedo a la
muerte, y el miedo al sufrimiento (físico o psíquico). El miedo a lo
desconocido genera inseguridad porque en lo desconocido uno siempre imagina
grandes amenazas y peligros. El miedo a la muerte es en realidad un miedo a lo
desconocido, miedo a lo desconocido que pueda venir después de la muerte o a
que lo que venga después de la muerte sea lo peor, la nada.
Hay todavía un miedo más, el
gran miedo del ser humano, que merece una mención especial, y del cual derivan
el resto de miedos, y es el miedo a conocerse a uno mismo, el miedo a descubrir
cómo somos realmente, con nuestros defectos y nuestras virtudes.
Tenemos miedo a descubrir
nuestros defectos. Creemos erróneamente que si tomamos conciencia de nuestros
defectos sufriremos más, porque tenemos grandes problemas en admitir el egoísmo
propio, y la mayoría de nuestros males provienen de ese egoísmo. Tomar
conciencia hace sufrir a nuestro “amor propio”, que no deja de ser una
manifestación de egoísmo, pero no al yo espiritual, que está deseando
desprenderse del egoísmo para ser feliz. Y para desprenderse del egoísmo hay
que tomar conciencia, primero, de que lo tenemos y segundo, de cómo se
manifiesta.
No hay que tener miedo de
admitirlo, porque todos lo tenemos y estamos en un punto u otro de ese camino
de desprendimiento del egoísmo. Pero si, por miedo a conocernos, camuflamos
nuestro egoísmo durante mucho tiempo, nos estancaremos y sufriremos mucho más.
También tenemos miedo a
descubrir nuestras virtudes o manifestaciones del amor, como el sentimiento, la
sensibilidad, la humildad, la ternura, la compasión y el altruismo porque
tenemos miedo de sufrir, de que nos hagan daño, de que se aprovechen de nosotros,
si las ponemos en práctica.
De ahí procede el miedo a la
reacción negativa de los demás contra uno mismo. Pero si vencemos ese temor y,
a pesar de todo, luchamos por ser nosotros mismos, por despertar nuestro yo
amoroso, la felicidad del interior será tan fuerte que podrá con todos los
sufrimientos y todos los ataques que podamos recibir del exterior. El miedo a
la muerte también deriva del miedo a conocerse uno mismo.
Se tiene miedo a la muerte
porque se cree que es el final, la aniquilación de nuestro yo, de nuestra
conciencia. Si uno pierde el miedo a profundizar en sí mismo, podrá oír la voz
del espíritu que le grita desde muy adentro: “¡La muerte no existe! ¡Eres
inmortal!” Entonces el miedo a dejar de existir, el miedo a la muerte,
desaparecerá.
¿Qué consecuencias concretas
tiene el miedo respecto a la evolución del espíritu?
Como ya he dicho, la
consecuencia más nefasta del miedo es que el espíritu se inhibe de manifestarse
tal y conforme es, de actuar conforme siente. Cuando una persona no es ella misma,
no puede progresar espiritualmente, ya que su voluntad está aprisionada.
No toma decisiones libremente,
sino siempre atenazada por el miedo. El miedo decide por ella. No se atreve a
afrontar ninguna circunstancia que le pueda ser útil en su evolución
espiritual, porque el miedo le hace creer que no va a poder superarla.
El miedo es el sentimiento a
través del cual los poderosos de la Tierra manipulan a la humanidad y la
mantienen en un estado de estancamiento espiritual, creando una amenaza, un
enemigo imaginario, detrás de todos aquellos retos espirituales que el ser
humano quiera emprender, haciendo renunciar a la gente a ellos a cambio de una
falsa seguridad que ellos dicen aportar. Y es que ellos también tienen miedo.
Miedo a que, por el despertar
de la espiritualidad, del amor y la fraternidad humanas, sus abusos sean
descubiertos, sus crímenes sean juzgados y condenados, y se vean desposeídos de
sus privilegios, de toda su riqueza y su poder conquistado a base de engañar,
oprimir y explotar al resto de seres humanos.
¿Me puedes poner algún ejemplo?
Por ejemplo, generan el miedo a
todos aquellos movimientos en pro de la fraternidad humana universal,
inventando un poder ultramaléfico que se aprovechará de su ingenuidad para
crear un régimen de terror. Generan el miedo a la implantación de sistemas
políticos y económicos más justos basados en la solidaridad y la cooperación
por el bien de la humanidad entera, augurando que tras ellos vendrá el caos, la
anarquía, el desorden y la debacle económica. Presagian que la libertad traerá
el libertinaje, que el libre pensamiento traerá ideas perniciosas, que el libre
sentimiento traerá el vicio, la perversión, la inmoralidad. Tienen miedo de que
la humanidad terrestre descubra que existen humanidades en otros planetas que
viven en el amor, y que tomen ejemplo de ellas.
Por ello ocultan cualquier
evidencia de vida extraterrestre y fomentan el miedo al contacto con seres de
otros mundos a través de películas en las que se hace ver que los
extraterrestres son seres con apariencia abominable (insectos, reptiles, virus)
que se meten dentro de los humanos y que tienen la intención de destruir la
humanidad. Tienen miedo a que el ser humano descubra su inmortalidad, y el
propósito de la vida, que es el mejoramiento espiritual a través descubrimiento
del amor, y comience a trabajar por ello.
Por ello niegan cualquier
evidencia de la existencia de la vida más allá de la muerte, amparándose en los
dogmas de una ciencia materialista y, al mismo tiempo, fomentan el miedo a profundizar
en lo que ocurre más allá de la muerte física y al contacto con el mundo
espiritual, a través de películas en las que toda la vida después de la muerte
aparece como algo espantoso, a través de la creación de personajes terroríficos
como fantasmas, demonios, vampiros y zombis sedientos de sangre, que se
apoderan de las almas de los vivos para atormentarlos.
Al servicio de todo ello, una
industria del miedo (cine y televisión), que se encarga de que las más
perversas amenazas se transformen en imágenes que sean vistas por casi todo el
mundo, para que penetren en la mente de todo ser humano y se conviertan en una
realidad en ella.
El 90% de todas las películas
tiene como temática la promoción del miedo a través de alguna de sus formas,
encarnado en la figura de seres perversos de todo tipo: terroristas, asesinos
en serie, violadores, narcotraficantes, invasores extraterrestres, muertos
vivientes y psicópatas de todas las gamas y colores, de modo que se hiperexcita
así la imaginación de niños y mayores para que un montón más de miedos foráneos
se añadan a los propios miedos de cada uno.
¿Cómo superar el miedo?
Con conciencia y valentía.
Primero hay que tomar conciencia de que se tiene miedo y a qué se tiene miedo.
Si los analizamos en profundidad, encontraremos que una parte de estos miedos
son infundados y no se corresponden con ninguna amenaza real o, al menos, la
amenaza no es tan fuerte como nosotros creemos.
Los miedos que están fundados
en alguna amenaza real se superan enfrentándose con valor a las situaciones y
circunstancias que nos activan ese miedo, intentado no dejarse llevar por él a
la hora de tomar decisiones. Preguntémonos “¿qué decisión tomaría si no tuviera
miedo, si fuera totalmente libre para decidir respecto a lo que siento?” Pues
esa es la decisión acertada y la que hay que tomar. Vale la pena intentarlo. Es
una lucha continua. A medida que uno se enfrente al miedo y tome decisiones
valientes, irá experimentando el progreso interior en sí mismo, y el miedo
cederá, dejando paso a la seguridad y la claridad. Hasta el punto de que un día
mirará atrás y dirá, “¿cómo pude tener miedo a esto? ¡Que claro lo veo ahora!”.
¿Alguna consideración especial
respecto a cómo superar el miedo a conocerse a uno mismo?
Sí. Que no hay nada malo en
verse a uno mismo tal y conforme es, con sus virtudes y sus defectos.
Aceptémonos tal y conforme somos. Admitamos que estamos en proceso de
mejoramiento y así no sufriremos decepciones cuando descubramos algo de
nosotros mismos que no nos gusta. Aunque el sacar a la luz nuestros trapos
sucios, el tomar conciencia de nuestros propios defectos, puede ser
inicialmente doloroso o desagradable, merece la pena, porque es el primer paso
en el camino de la progresión espiritual y es imprescindible para conseguir
tanto la eliminación del egoísmo como el desarrollo del sentimiento.
No tengamos miedo a los
sentimientos, a manifestarlos, a expresarlos, ni a sentirnos felices cuando lo
hacemos. Ya es suficiente con tener miedo de lo malo para que encima tengamos
miedo de lo bueno.
Vicent Guillem
lasleyesespirituales.blogspot.com
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12 de Junio del 2016