Ya que estamos hablando del amor, me he acordado
de que has mencionado un par de veces que todos tenemos un alma gemela.
Así es.
¿Entonces existen las almas gemelas?
Sí
Siempre pensé que era una quimera, un sueño
romántico, que sólo existía en la imaginación.
Pues no. Existen de verdad. Otra cosa es que sea
como vosotros lo imagináis.
¿Y qué son las almas gemelas?
Espíritus afines al cien por cien,
complementarios. Creados para estar unidos en el amor. Las almas gemelas se
necesitan la una a la otra para ser totalmente felices.
¿Y para cada ser sólo hay un alma gemela o puede
haber varias?
Puede haber espíritus muy afines, pero sólo uno
afín al cien por cien, y ese es el alma gemela.
¿Con qué objeto se crearon las almas gemelas?
Para que nadie se sienta nunca solo. Para que
haya alguien igual a ti que te impulse a despertar, a recorrer el camino del
amor. El alma gemela es tu pareja ideal, tu media naranja para toda la
eternidad.
¿Quiere decir eso que las almas gemelas encarnan
simultáneamente para estar juntas?
Muchas veces sí, pero no siempre. Depende de las
necesidades evolutivas del espíritu. A veces deben vivir experiencias por su
cuenta, por ejemplo, para avanzar en el desarrollo de la propia voluntad y no
volverse dependientes del otro.
Y cuando encarnan juntas, ¿lo hacen para vivir
como pareja?
Sería la situación ideal y muchas veces se
prepara la encarnación para que ocurra así, pero no siempre. Pueden también
encarnar juntos, pero no como pareja, sino como familiares muy allegados, o con
otra relación. Depende también de las necesidades evolutivas del espíritu y de
lo que ellos elijan hacer. Y también hay que contar con el hecho de que, una
vez encarnados, pueden elegir no estar juntos.
Entonces, la elección de las personas que tienen
que ver con nosotros en esta vida ¿es una decisión que se toma antes de cada
encarnación, o bien fruto de las decisiones que tomamos cuando estamos ya
encarnados?
Las relaciones más allegadas, como la
composición de la familia, algunas amistades y la futura pareja, se acuerdan
antes de encarnar. Al respecto de eso hay un compromiso entre los espíritus que
se encarnan para ayudarse mutuamente en sus respectivas misiones o pruebas, por
ejemplo, de los padres respecto a la encarnación de los futuros hijos, etc.
Otra cosa es que luego se cumplan los compromisos adquiridos.
¿Se suelen respetar los compromisos previos a la
encarnación? Es decir, ¿puede ocurrir que una persona haya acordado con otra
ser pareja y luego, una vez encarnado, elija como pareja a otra persona, o que
una pareja que se ha comprometido a tener dos hijos, luego sólo tenga uno o
ninguno?
En vuestro mundo sucede muy frecuentemente que
los espíritus incumplen sus compromisos preencarnatorios.
¿Por qué motivo los incumplen?
Generalmente, porque se dejaron arrastrar por
sus propios defectos, por su egoísmo, tomando decisiones con la mente, que está
muy influenciada por las sugestiones del mundo materialista en el que vivís,
que os conduce a llevar una vida enfocada completamente a luchar sólo para
conseguir objetivos materiales (consumismo), o a disfrutar de placeres
materiales (hedonismo), olvidando así sus aspiraciones y compromisos
espirituales.
¿Y cómo sabe el espíritu, una vez encarnado,
cuáles son esos compromisos espirituales adquiridos antes de nacer si no
recuerda nada de esa etapa?
Dejándose llevar por la intuición espiritual.
Cuando el espíritu se deja llevar por lo que siente, está siguiendo esa voz del
interior que intuye cuál es el camino a seguir, y a medida que se van
cumpliendo los objetivos marcados se siente más feliz consigo mismo, más seguro
y sereno, y se le clarifican los siguientes objetivos de esa vida. Cuando uno
desoye esa voz del sentimiento y se deja guiar exclusivamente por la mente, y
ésta le induce a seguir objetivos puramente materiales, en contra de sus
sentimientos, la persona se siente vacía, inconforme consigo misma,
insatisfecha, insegura, y no encuentra sentido a su vida.
¿Podrías exponer un caso concreto?
Pongamos el ejemplo de dos almas gemelas que se
encuentran en su actual vida, habiendo acordado unirse como pareja antes de
encarnar. Su interior espiritual los hace reconocerse y que se despierte el
sentimiento mutuo que existe entre ellos. Sin embargo, imaginemos que uno de
ellos está muy influenciado por su propio egoísmo, y se ha dejado llevar por él
a la hora de tomar decisiones en esa vida. El egoísmo, a través de su mente,
aprovechará cualquier circunstancia materialmente adversa para influenciarle
negativamente, para que haga caso omiso de sus sentimientos, de una y mil
formas: “no es un buen partido, no tiene dinero, no tiene estudios, no es de mi
condición social, no es físicamente atractiva, mi familia se opondrá y no
quiero complicarme la vida, vive muy lejos, no es de tal o cual manera, etc”. Y
entonces, habiéndosele presentado la oportunidad de experimentar el sentimiento
verdadero y de vivir con la persona espiritualmente afín, con quien podrá
experimentar algo de la auténtica felicidad, la deja pasar, eligiendo en contra
de sus sentimientos e incumpliendo así su acuerdo preencarnatorio con su alma gemela.
Si se deja arrastrar por el egoísmo, ese espíritu elegirá su pareja, no en
función de sus sentimientos, sino en función de sus expectativas mentales o
materiales, prefiriendo a otra persona con un mayor atractivo físico, o que sea
más complaciente, o con mejor posición económica, con la que llevará una vida
aparentemente más excitante para los sentidos, o más cómoda, pero vacía de
sentimientos.
¿Y qué ocurre con el resto de personas que sí
intentan cumplir sus compromisos? Por ejemplo, ¿qué pasaría con la persona que
ha sido rechazada en este caso?
Siempre hay un plan B o alternativo, ya que los
espíritus guías conocen la capacidad de cada uno y saben hasta dónde uno puede
llegar. Podría rehacer su vida con otra persona que, aunque no fuera tan afín espiritualmente,
estuviera más dispuesta a luchar por los sentimientos y menos por el egoísmo.
¿Y qué pasa, por ejemplo, si un espíritu acordó
ser el hijo de una pareja que finalmente no se formó, habiendo encontrado cada
uno de los que iban a ser los padres un cónyuge diferente, si los futuros
padres ya están encarnados y ya han elegido de forma distinta a lo acordado?¿Se
quedaría sin encarnar?
Tened en cuenta que por el hecho de estar
encarnado no significa que uno esté desconectado del mundo espiritual, ya que
vuelve a él casi cada noche durante el sueño. En ese estado puede tomar
decisiones que tienen que ver con otros espíritus, por ejemplo, con los que
serán sus futuros hijos, y retomar los compromisos adquiridos, aunque con un
plan diferente del inicialmente previsto. En el caso de que ninguno de los
posibles padres se haga cargo, se buscaría una pareja alternativa con
semejantes características a la anterior que quiera aceptar al espíritu
encarnante como hijo. Los guías saben que tendemos a cambiar de opinión una vez
que encarnamos, por lo que tienen previstas multitud de alternativas evolutivas
para procurar que, a pesar de todo, tengamos opciones de evolucionar, no
importa cuáles sean las circunstancias que hayamos elegido, por muy apartadas
que estén del camino previamente trazado antes de encarnar. Si uno se desvía de
la “ruta” inicialmente trazada, se recalcula entonces una nueva “ruta” a partir
del nuevo camino que uno ha elegido, pero con el mismo destino.
¿El incumplimiento de esos compromisos acarrea
al espíritu alguna consecuencia?
Aparentemente puede parecer algo negativo, como
si uno se desviara del camino más corto hacia la felicidad. Pero forma parte
del libre albedrío el tener libertad para cambiar de opinión en el momento que
uno quiera, y experimentar situaciones que hasta que no se viven en primera
persona, no se toma conciencia de lo que son. Por lo tanto, lo que no se aprende
de una forma se puede aprender de otra. Existen diferentes caminos para llegar
al mismo sitio, diferentes alternativas para experimentar y aprender lo mismo.
¿El espíritu que encarna, conoce de otras vidas
a los que serán sus familiares o allegados?
Hay de todo. Algunas de las personas que
encarnan en la misma familia pueden haber sido compañeros de otras vidas y en
otros casos puede ser la primera vez que encarnen juntos en la misma familia.
¿Y quién decide la conformación de las familias,
es decir, quién dice quién va a ser el padre, quién la madre, los hermanos,
etc?
Normalmente lo deciden los propios espíritus que
van a encarnar de mutuo acuerdo, con ayuda y asesoramiento de los guías
espirituales.
¿Y de qué dependen las relaciones familiares?
De las necesidades evolutivas de los espíritus
encarnantes, tanto si se trata de expiaciones como de misiones.
¿Me puedes aclarar cómo la necesidad evolutiva
puede influir en la composición familiar y qué diferencia hay entre expiaciones
y misiones?
Sí. Existen familias cuyos componentes, sean
éstos hermanos, padres o hijos, han sido enemigos acérrimos en otras vidas y
pueden haberse hecho mucho daño, motivados por el odio, deseo de venganza o
resentimiento que han sentido los unos por los otros. Estos espíritus
encarnarían juntos con el objeto de limar sus asperezas a través de la
estimulación del afecto que proviene de la consanguinidad. Es decir, se trata
de una expiación en el sentido de que estos espíritus tienen deudas que saldar
entre ellos, por haberse hecho daño mutuamente, por haber actuado en otras
vidas contra la ley del amor. En el caso de las misiones, los espíritus no se
unen ya porque tengan deudas que saldar, sino porque se aman y deciden encarnar
juntos para ayudarse mutuamente en el cumplimiento de objetivos espirituales
más avanzados, que tienen que ver con la ayuda a seres espiritualmente menos
evolucionados, aunque al mismo tiempo esto les sirva para mejorarse
espiritualmente.
Entre esos dos extremos existen situaciones
intermedias de todos los matices, en las que existe parte de egoísmo y parte de
sentimiento, parte de expiación y parte de misión, porque a medida que el
espíritu avanza por el camino de la evolución espiritual, cada vez tiene menos
deudas que saldar y más amor para dar de forma incondicional.
¿Pero, en el caso de las relaciones por
expiación, no se producirá el efecto contrario al que se persigue? Es decir, si
las personas que se odian son obligadas a convivir bajo el mismo techo, ¿no
generará abusos, malos tratos, tensión y discusiones constantes?
No son obligadas, sino que ellas mismas han
aceptado la sugerencia de los guías espirituales para vencer sus malos
sentimientos. Los abusos, malos tratos y discusiones a los que haces referencia
aparecen porque estos espíritus continúan aferrándose a sus malos hábitos
espirituales y no quieren reformarse.
De todas formas, me parece una terapia demasiado
agresiva el situar a personas que se odian en la misma familia. Es como juntar
a todos los presos peligrosos en la misma celda ¿No acabarán despellejándose?
No veo que de esa situación les pueda surgir el amor.
No he dicho que todas las personas de la familia
se lleven mal entre sí. Se puede dar, por ejemplo, que el choque sea entre el
padre y un hijo, o entre un hermano y otro, pero no de éstos con los otros
miembros de la familia. Generalmente, en estas familias también encarnan
espíritus más avanzados que dan el ejemplo a seguir de cómo ha de ser una
conducta amorosa. El hecho de que espíritus con defectos semejantes encarnen
juntos es precisamente para que uno sirva de espejo del otro, y aprendan de la experiencia
de convivir con alguien que se parece a uno mismo.
¿Y qué es lo que han de aprender de esta
experiencia?
Lo primero, saber que todos somos hermanos, y
aquí es literal, porque la persona más odiada en la vida anterior puede ser tu
hermano de sangre en la siguiente. Tened clara una cosa: no se puede
evolucionar queriendo sólo a unos cuantos y odiando a los demás. Hasta que no
transformemos el odio en amor no avanzaremos. Por ello debemos reparar el daño
que hemos hecho por odio, y qué mejor manera que hacerlo con la persona con
quien más nos cuesta y a quien más le debemos. También sirve para conocer y
vivir en carne propia las manifestaciones del defecto de otra persona que tiene
el mismo defecto que nosotros, entendiendo como defecto una manifestación del
egoísmo. Tenemos tendencia a ver la paja del ojo ajeno pero no la viga del
propio, es decir, nos fijamos muy bien en los defectos de los demás,
especialmente los de las personas que no nos son queridas, pero no queremos ver
los propios, que suelen ser semejantes a los de los demás.
Viviendo en nosotros los efectos del defecto, la
experiencia propia del sufrimiento que genera esa manifestación del egoísmo de
los demás en nosotros mismos, tomaremos conciencia de que existe y de que es
algo que hay que ir eliminado.
Volvamos al tema de las relaciones personales,
¿por qué motivos pueden unirse dos personas en una pareja?
Por amor, por necesidad de evolución espiritual
o por apego.
Los dos primeros son motivos que obedecen a
criterios espirituales, y se deciden antes de encarnar. La última es elegida
por la persona cuando ya está encarnada y suele tomarse más por razones
“terrenales” que espirituales, alterando muchas veces los compromisos
espirituales adquiridos antes de encarnar.
¿Me puedes explicar qué diferencias hay entre
unos tipos de unión y otras?
Las primeras se producen por la unión de
sentimientos y la afinidad espiritual.
Las segundas por una necesidad de aprendizaje
mutua y generalmente se dan entre espíritus que tienen algún tipo de cuenta
pendiente, o que pueden mejorar espiritualmente a través de la convivencia, por
tener determinados defectos o virtudes que pueden trabajarse a través de esa
convivencia.
La tercera se da por una atracción física o
sexual, por afinidad de objetivos mentales o materiales, o por necesidad
material, necesidad afectiva, conveniencia u obligación entre las personas que
se han unido.
En el caso de la encarnación de los hijos puedo
entender que esto sea decidido en el mundo espiritual. Pero la decisión de unirse
dos personas como pareja ¿acaso no se toma siempre en el mundo físico, una vez
está uno encarnado?
Cierto es que la decisión final se toma cuando
uno está encarnado. Pero yo me pregunto, ¿cuál es la probabilidad de que dos
personas que no se conocen, entre tantos miles de millones, se encuentren en
una vida? ¿Casualidad? Para que las circunstancias confluyan, es decir, para
que ciertas personas se conozcan y tengan la oportunidad de conocerse, hace
falta que converjan un cúmulo de circunstancias, y esto es lo que se organiza
desde el lado del mundo espiritual. También el reconocimiento de que cierta
persona va a ser alguien importante en la vida de uno es una impresión que
viene del recuerdo de la otra vida.
Según lo que cuentas, deduzco que uno puede
tener parejas diferentes en cada encarnación, ¿no?
Sí, claro. Suele ser lo normal en los mundos de
vuestro nivel evolutivo y, además, muchas veces es necesario para la evolución
espiritual, o es la consecuencia de los actos de otras vidas.
¿Qué quieres decir?
Que incluso aun tratándose de almas gemelas, de
espíritus totalmente afines, si les pueden más los defectos que los
sentimientos, pueden acabar separándose, aunque sea sólo temporalmente, por no
querer reconocer ni modificar los malos hábitos espirituales. A veces sólo se
aprecia lo que se tiene cuando se pierde. De ahí que para otras vidas elijan a
otras parejas con menor afinidad, pero que les pueden ayudar a modificar estos
hábitos. En vuestro mundo hay muy pocas parejas que se unan por amor, porque la
mayoría hace poco caso del interior. La gran mayoría lo hace por necesidad o
conveniencia material o afectiva, o atracción sexual, y sólo una pequeña parte
se une en función de las necesidades espirituales.
En los mundos más avanzados, donde los espíritus
ya han eliminando gran parte del egoísmo y son más consecuentes con sus
sentimientos, la mayoría de uniones se dan por amor, porque los espíritus
afines se reconocen inequívocamente y porque saben que la satisfacción de
ningún anhelo material les puede hacer más felices que el sentimiento mutuo que
experimentan. Encontrarás pocas parejas que no sean almas gemelas y ninguna que
haya sido elegida en función de intereses egoístas.
Siempre nos han dicho que lo más espiritual era
tener una pareja para siempre, por aquella frase de “lo que ha unido Dios, que
no lo separe el hombre”, pero ahora tú me dices que tener más parejas es “lo
normal” y que puede ser beneficioso espiritualmente. ¿No existe aquí una
contradicción?
Es que una cosa son los lazos de amor y otra los
del matrimonio. En el 90% de los matrimonios de la Tierra no hay amor
verdadero, aunque esto no puede ser evidente para los cónyuges hasta pasado un
tiempo. Pero parece ser que por haber firmado un papel uno no tiene derecho a cambiar
de opinión. Cuando vosotros elijáis vuestras relaciones en función de vuestros
sentimientos, entonces vuestras relaciones serán duraderas, como lo son las de
los mundos avanzados. Pero tened en cuenta que lo que une a estas parejas no es
la obligación, sino el sentimiento. Cada uno mantiene su libertad, tanto para
elegir a la pareja, como para decidir separarse si así lo decide por propia
voluntad, sin tener que rendir cuentas a nadie de su decisión. Tened clara una
cosa: es el amor mutuo lo que hace que dos seres estén unidos, manteniendo cada
uno su libertad individual intacta, no ningún contrato firmado, aunque sea
delante de un sacerdote, o de un altar lleno de reliquias religiosas y flores,
porque no es Dios el que os está uniendo, sino vosotros mismos, y las leyes y
costumbres que habéis querido inventar. Lo que sí os ha dado Dios es la
capacidad de amar, un alma gemela para que experimentéis ese amor y seáis
felices, y la libertad de decidir vuestro destino. Pero como ya he dicho, en
vuestro mundo, las pocas parejas que se unen por los sentimientos todavía han
de vencer el propio egoísmo, que muchas veces puede más y consigue imponerse a
los sentimientos. Por ello la lapidaria frase “Lo que ha unido Dios, que no lo
separe el hombre” la podríais sustituir por la siguiente, mucho más apropiada y
que resulta un buen consejo a seguir para aquellos que buscan experimentar la
auténtica felicidad: “Lo que ha unido el amor, que no lo separe el egoísmo”.
Entonces, ¿el divorcio es algo positivo desde el
punto de vista espiritual? Siempre me pareció lo contrario, ya que la mayoría
de religiones cristianas son contrarias al divorcio.
Una cosa es la religión y otra la
espiritualidad. El tener la libertad de elegir con quién estar o no estar es
siempre positivo. Es positivo porque permite ejercer el libre albedrío y el
mundo espiritual siempre está a favor del libre albedrío. Forzar a una persona
a estar con alguien por el que no siente o, aunque sienta, con quien le es
imposible convivir por la razón que sea, sólo por haber firmado un papel, es
vulnerar su libre albedrío. Y es que vosotros todavía creéis que el estar unido
a una pareja implica renunciar a una parte del libre albedrío y esto no es así.
Por ejemplo, creéis que por el hecho de estar casado o viviendo en pareja con
alguien, esto le obliga a uno a mantener relaciones sexuales con la pareja,
como si fuera un deber que se ha de cumplir por encima de todo, y esto no es
así. Uno no está obligado a mantener relación sexual con su pareja sólo por el
hecho de estar casados, si no lo quiere o desea. Ni a unirse a una persona sólo
porque haya mantenido relaciones sexuales con ella.
Ni está obligado a sentir lo que no siente,
aunque por las circunstancias que sea se haya unido a ella. Y, lo más
importante, no se ha de sentir culpable por ello, porque los sentimientos no
pueden ser forzados, sino que han de emanar espontáneamente. Desde el punto de
vista espiritual, por encima de todo está la libertad individual, que prevalece
sobre cualquier otra cosa. Mientras no os desprendáis del apego no podréis
experimentar la felicidad del amor, porque el apego es al amor lo que la jaula
es para el pájaro.
Entonces, cuando las personas que mantienen
relaciones no se quieren, sino que sólo lo hacen por pasar un buen rato, ¿están
transgrediendo alguna ley espiritual?
No. Si las personas lo han elegido libremente,
no hay ningún problema. Lo que ocurre es que cuando el espíritu avanza espera
algo más de la relación sexual, y una relación puramente física le dejará
insatisfecho y le hará sentir vacío, además de que cuando dos personas que se
unen en la relación, aunque sexualmente se atraigan, si no son afines
espiritualmente, y no sienten desde el interior, la relación exclusivamente
sexual acaba por hastiar. Por eso no suele durar mucho. Si se prolonga, será
una relación inestable, siempre en conflicto permanente, ya que los lazos que
la unen son muy débiles.
A medida que el espíritu evoluciona, su
sexualidad pasa de ser un instinto, una necesidad biológica, a ser un instrumento
de expresión del sentimiento. Para los humanos primitivos la sexualidad era
básicamente instintiva y no podía haber un vacío del sentimiento cuando se
apareaban con alguien a quien no querían, porque su sentimiento estaba todavía
escasamente desarrollado.
Pero un espíritu más evolucionado, con mayor
capacidad de amar, sentirá un gran vacío si en sus relaciones sexuales sólo
busca satisfacer su instinto. La relación sexual para el espíritu avanzado es
una manifestación de amor íntimo. Cuando los espíritus que mantienen una
relación sexual son espiritualmente afines y se aman mutuamente, el sentimiento
de amor profundo se manifiesta en la relación sexual, y se produce
simultáneamente al intercambio de los cuerpos físicos un intercambio energético
entre ellos que los revitaliza y los llena, y que surge de la interpenetración
de los cuerpos astral, mental y espiritual. Por el contrario, en una relación
puramente sexual, es decir, en la que las personas que practican el sexo no
sienten amor la una por la otra, aunque haya una satisfacción del cuerpo
físico, faltará la compenetración de los cuerpos más sutiles, astral, mental y
espiritual, y esto dará como resultado la sensación de vacío e insatisfacción.
En los mundos avanzados, lo que mueve a los
espíritus a unirse como pareja es, exclusivamente, el amor interior que sienten
y, por tanto, es muy raro que se unan las parejas por algún otro motivo. Como
allí la percepción está muy desarrollada, no hay lugar a engaños ni
decepciones, que en la Tierra suelen ocurrir al encontrar que la pareja no es
como uno creía, porque hasta ese momento mostraba sólo una apariencia para
conquistar.
¿Y cómo se pueden resolver los problemas de
sexualidad?
Vuestros problemas con la sexualidad son en su
mayoría debidos a que mantenéis relaciones sexuales con personas por las que no
sentís prácticamente nada de amor. Todavía continuáis mirando sólo la parte
física, y creéis que la culminación del placer sexual es mantener relaciones
con personas físicamente muy atractivas. No queréis reconocer la parte de los
sentimientos y, puesto que la mayoría de vosotros no estáis emparejados con las
personas amadas espiritualmente afines, el problema viene de no sentir. Viene
de no sentir un llenado del interior. Los espíritus más avanzados son los que
más sufrirán por mantener relaciones sexuales sin amor. En vez de reconocer que
el problema está en la ausencia de sentimientos y que lo que hay que hacer es
empezar a actuar más conforme a lo que uno siente, os empeñáis en buscar
experiencias sexuales con otras personas igualmente por las que no sentís nada,
o en añadir al sexo otros componentes que supuestamente lo hacen más atractivo,
pero igualmente vacío.
Entonces se cae en un círculo vicioso, ya que se
busca llenar con materia lo que sólo podría llenarse con sentimiento.
Entonces, ¿me quieres decir que el amor
romántico, esas relaciones que vemos en las películas, son algo que escasea en
nuestro mundo?
Lo que ocurre es que vuestro concepto de lo que
es el amor, en este caso, el amor de pareja, está distorsionado respecto a lo
que es el amor desde el punto de vista espiritual.
No escasean las relaciones por intensa atracción
física, qué vosotros llamáis erróneamente amor “pasional” o “romántico”, que
son como la luz de una bengala, muy intensa en un instante y que luego se apaga
para siempre, y que se intenta vanamente prolongar a base de superexcitar los
sentidos con aderezos materiales (una cena en un restaurante caro, un regalo
llamativo, una noche en la suite de un hotel de cinco estrellas o unas
vacaciones en una isla paradisíaca). Y a todo esto le llamáis amor romántico,
cuando en realidad no deja de ser una fuerte atracción sexual que se va
difuminando una vez el deseo sexual ha quedado satisfecho. Respecto a las
pasiones, muchas veces no tienen nada que ver con el amor, sino sólo con el
deseo insatisfecho de poseer a alguien, que es la manifestación del egoísmo que
hemos llamado apego. Las personas no son objetos, no pueden ser poseídos y no
pertenecen a nadie más que a sí mismos. No confundáis el querer con el querer
poseer, el amor, con el apego.
Tened clara una cosa: no se puede obligar a
nadie a querer, porque si el amor no es libre, entonces no es amor. Los sentimientos
no se pueden forzar. Los sentimientos no obedecen a sugestiones,
manipulaciones, imposiciones ni mandatos. Si queréis ser amados, entonces amad
incondicionalmente, sin esperar nada a cambio y entonces, algún día, la ley de
causa-efecto os traerá aquello que vosotros habéis dado.
LAS LEYES ESPIRITUALES
Vicent Guillem
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