Pensamiento del martes 6 de septiembre de 2016.
"Dicen los Salmos: «Los justos crecen como la palmera.» Es una imagen magnífica, pero ¿cómo interpretarla?
La palmera es un árbol que crece en las arenas del desierto. Allí, el sol quema atrozmente, el agua es extremadamente rara. Sin embargo, la palmera se dice: «Voy a mostraros lo que soy capaz de hacer en las peores condiciones», y ofrece sus dátiles, que son más dulces y más azucarados que cualquier otro fruto. La palmera es pues un alquimista: transforma la arena en azúcar. Por el contrario, un arbusto como el endrino, incluso plantado en un suelo muy rico, bien regado y con un clima favorable, sólo llega a producir unos frutos ásperos e incomestibles.
¡Cuánta gente se parece al endrino! Se benefician de las mejores condiciones, pero no saben sacarles partido. Y no sólo no producen nada, sino que están siempre quejándose de que les falta alguna cosa. Ignoran las riquezas que hay en ellos y cómo pueden utilizarlas. Que mediten en la imagen de la palmera que, en las peores condiciones, consigue dar frutos deliciosos."