Esto es muy importante de entender para poder
observarlo en uno.
Una emoción habitualmente representa un patrón de
pensamiento amplificado y energizado, y puesto que a menudo es una carga
energética excesiva, no es fácil inicialmente permanecer presente lo necesario
para poder observarlo. Quiere apoderarse de usted y generalmente lo logra, a
menos que haya suficiente presencia en usted. Si usted es empujado a la
identificación inconsciente con la emoción por falta de presencia, lo que es
normal, la emoción temporalmente se convierte en “usted”.
A menudo se crea un círculo vicioso entre su
pensamiento y la emoción: se alimentan recíprocamente. El patrón de pensamiento
crea un reflejo magnificado de sí mismo en forma de emoción y la frecuencia
vibratoria de la emoción continúa alimentando el patrón de pensamiento
original. Al permanecer mentalmente en la situación, evento o persona que
percibimos como causa de la emoción, el pensamiento le brinda energía a la
emoción, que a su vez energiza el patrón de pensamiento y así sucesivamente.
Básicamente, todas las emociones son
modificaciones de una emoción primordial, indiferenciada, que tiene su origen
en la pérdida de conciencia de quién es usted más allá del nombre y de la
forma. Por su naturaleza indiferenciada, es difícil encontrar un nombre que
describa precisamente esta emoción. “Miedo” se aproxima, pero además de una
sensación continua de amenaza, también incluye un profundo sentido de abandono
y falta de plenitud.
Puede ser mejor usar un término que es indiferenciado
al igual que esta emoción básica y llamarla simplemente “sufrimiento”. Una de
las principales tareas de le mente es combatir o suprimir este sufrimiento
emocional, lo cual es una de las razones para su incesante actividad, pero todo
lo que puede lograr es ocultarlo temporalmente. De hecho, cuanto más se
esfuerza la mente por librase del sufrimiento, mayor es este. La mente nunca
puede encontrar la solución, ni puede permitirse dejar que usted la encuentre,
porque ella misma es una parte intrínseca del “problema”.
Imagine a un jefe de policía tratando de encontrar
a un pirómano cuando el pirómano es el jefe de policía. Usted no se librará de
este sufrimiento hasta que deje de derivar su sentido de sí mismo de la
identificación con la mente, es decir, con el ego. Entonces la mente es
derrocada de su lugar de poder y el Ser se revela como su verdadera naturaleza.
¿Y las emociones positivas como el amor y la
alegría?
Son inseparables de su estado natural de conexión
interior con el Ser. Los destellos de amor y alegría o los momentos breves de
profunda paz son posibles siempre que hay una brecha en la corriente del
pensamiento. Para la mayor parte de las personas, tales brechas ocurren
raramente y sólo por accidente, en momentos en que la mente se queda “sin
palabras”, a veces disparada por la belleza extraordinaria, por un esfuerzo
físico extremado o incluso por un gran peligro. Súbitamente hay quietud
interior. Y en esta quietud hay una sutil pero intensa alegría, hay amor, hay
paz.
Habitualmente estos momentos se viven muy
brevemente, puesto que la mente vuelve a tomar rápidamente su actividad ruidosa
que llamamos pensamiento. El amor, la alegría y la paz no pueden florecer hasta
que usted se haya liberado del dominio de la mente. Pero no son lo que yo
llamaría emociones. Reposan más allá de las emociones, en un nivel mucho más
profundo. Así que usted tiene que hacerse completamente consciente de sus
emociones y ser capaz de sentirlas antes de poder sentir lo que hay más allá de
ellas. Emoción significa literalmente “perturbación”. La palabra viene del
latín emovere que significa “perturbar”.
El amor, la alegría y la paz son estados profundos
del Ser o más bien tres aspectos del estado de conexión interior con el
Ser.Como tales, no tienen contrarios. Esto se debe a que surgen de más allá de
la mente.
Las emociones, por otra parte, al ser parte de la
mente dualista, están sujetas al juego de los contrarios. Esto significa
sencillamente que usted no puede tener bien sin mal. Así pues, en la condición
no iluminada, identificada con la mente, lo que a veces se llama erróneamente
alegría es el breve placer habitual del ciclo continuamente alternante del
sufrimiento/placer.
El placer se deriva siempre de algo que está fuera
de usted mientras que la alegría surge de dentro. Lo mismo que le brinda placer
hoy puede brindarle dolor mañana, o puede abandonarlo, así que su ausencia le
traerá dolor. Y lo que a menudo se llama amor puede ser placentero y
estimulante por un tiempo, pero es un asidero adictivo, una condición
extremadamente menesterosa que puede convertirse en su contraria en un
instante. Muchas relaciones “amorosas”, después de pasada la euforia inicial,
de hecho oscilan entre el “amor” y el odio, la atracción y el ataque.
El verdadero amor no conlleva sufrimiento ¿Cómo
podría? No se convierte súbitamente en odio, ni la verdadera alegría se
convierte en dolor.
Como dije, incluso antes de que usted esté
iluminado -antes de liberarse de su mente- usted puede tener destellos de
verdadera alegría, verdadero amor o una profunda paz interior, tranquilos pero
vibrantemente vivos. Estos son aspectos de su verdadera naturaleza, que está
habitualmente oscurecida por la mente. Incluso en una relación adictiva
“normal”, puede haber momentos en los que la presencia de algo más genuino,
algo incorruptible, puede sentirse. Pero serán sólo atisbos, que se ocultarán
pronto por la interferencia de la mente. Entonces puede parecer que usted tuvo
algo muy precioso y lo perdió, o su mente puede convencerlo de que en todo caso
todo fue una ilusión. La verdad es que no fue una ilusión y usted no puede
perderlo. Es parte de su estado natural, que puede ser oscurecido, pero nunca
destruido por la mente. Incluso cuando el cielo está cubierto de nubes densas,
el sol no ha desaparecido. Está todavía allá, al otro lado de las nubes.
El Buda dice que el dolor o sufrimiento surge por
el deseo y que para liberarnos del sufrimiento tenemos que cortar los lazos del
deseo.
Todos los deseos son expresiones de la mente que
busca la salvación o la realización en las cosas externas y en el futuro como
sustituto de la alegría de Ser. Mientras yo sea mi mente, soy esos deseos, esas
necesidades, carencias, apegos y aversiones, y fuera de ellos no hay “yo”
excepto como una mera posibilidad, un potencial no logrado, una semilla que
todavía no ha brotado.En ese caso, incluso mi deseo de ser libre o iluminado es
sólo otro anhelo de realización o plenitud en el futuro. Así que no busque
llegar a ser libre del deseo o “lograr” la iluminación. Vuélvase presente. Esté
allí como observador de la mente. En lugar de citar al Buda, sea el Buda, sea
“el despierto”, que es lo que la palabra buda significa.
Los seres humanos han estado en las garras del
sufrimiento durante millones de años, desde que cayeron del estado de gracia,
entraron en el reino del tiempo y la mente y perdieron la conciencia del Ser.
En ese punto, empezaron a percibirse a sí mismos como fragmentos sin
significado en un universo ajeno, separados de la Fuente y de los demás.
El sufrimiento es inevitable mientras usted esté
identificado con su mente, es decir, mientras usted esté inconsciente, espiritualmente
hablando.
Hablo aquí principalmente del sufrimiento
emocional, que es también la causa principal del sufrimiento físico y de las
enfermedades físicas. El resentimiento, el odio, la autocompasión, la culpa, la
ira, la depresión, los celos y así sucesivamente, incluso la más leve
irritación, son todas formas del sufrimiento.
Y todo placer o elevación emocional contiene en sí
mismo la semilla del dolor: su contrario inseparable, que se manifestará con el
tiempo. Cualquiera que haya tomado drogas para sentirse bien sabrá que la
animación eventualmente se convierte en depresión, que el placer se transforma
en alguna forma de dolor. Muchas personas saben también por experiencia propia
cuán fácil y rápidamente una relación íntima puede pasar de ser una fuente de
placer a ser una fuente de dolor. Vistos desde una perspectiva más alta, los
polos positivo y negativo son caras de la misma moneda, ambos son parte del
sufrimiento subyacente que es inseparable del estado de conciencia egotista de
identificación con la mente.
Hay dos niveles de sufrimiento: el sufrimiento que
usted crea ahora y el sufrimiento del pasado que vive todavía en su mente y su
cuerpo.
Extracto del libro de Eckhart Tolle "El poder
del ahora"
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