"Puede suceder, que nos sintamos proyectados al Cielo en el momento que menos lo esperamos. Evidentemente, desearíamos quedarnos allí arriba para siempre, pero eso no es posible, porque ¡hay tantas cosas que todavía nos retienen atados al mundo de abajo! Si el Cielo nos concede esta gracia, es para que tengamos el presentimiento, la intuición de este espacio de luz en el que un día estamos destinados a vivir. Estos gozos repentinos que a veces experimentamos, son el anuncio de la liberación que va a venir.
En otoño, cuando los árboles empiezan a perder sus hojas, sabéis que el invierno ya se acerca; y en invierno, cuando los narcisos comienzan a despuntar, ya nos anuncian la llegada de la primavera. En nuestra alma también, igual que en la naturaleza, aparecen signos anunciadores, y debemos aprender a reconocerlos y a descifrarlos."