"A lo largo de los siglos, los humanos han logrado cada vez más imponerse a la naturaleza. Naturalmente, la naturaleza es paciente, pero cuando siente que los humanos se obstinan en dañar el orden que la rige, responde, y los humanos deben sufrir estas respuestas, no sólo en su medio ambiente, sino también en ellos mismos. Los humanos creen que pueden entregarse impunemente a toda clase de abusos, pero no han previsto que estos desórdenes que crean en la naturaleza, los crean igualmente en su organismo físico y en su organismo psíquico. ¿Y por qué no llegan nunca a ponerse de acuerdo entre ellos, y por qué siempre están en conflicto? La razón es también porque no respetan el orden de las cosas que el Creador ha establecido en la naturaleza y en ellos mismos.
Aquél que ha aprendido a armonizar su mundo interior con el orden querido por el Creador, no se impone a la naturaleza. Ni tampoco se impone a los humanos, no les pone el pie encima, ni trata de aprovecharse de ellos para satisfacer sus intereses personales. Al contrario, en la medida que puede, se pone a su servicio."