“Consciencia pura es la quietud absoluta”, dice
Frank Kinslow, autor del libro La curación cuántica. ¿Qué significa eso?, le
preguntamos desde El Correo del Sol. “Algo así como la esencia inmutable de
nuestro yo”, nos responde él.
Consciencia pura es lo que permanece a pesar de
los continuos cambios vitales, es el ser, la energía creadora, “la nada”.
Kinslow nos está invitando a hacer un viaje espiritual y eso nos motiva. Pero
eso de “la nada”… ¿Puede nuestra mente, que controla los sentidos y las
emociones, entender algo tan abstracto?
“Para experimentar la nada”, explica Kinslow,
“la mente debe dejar de pensar, debemos dejar de hacer”. Y enseguida propone un
sencillo ejercicio: “Con los ojos cerrados, prestamos atención al devenir de
nuestros pensamientos durante unos segundos; después, nos preguntamos: ‘¿de
dónde vendrá mi próximo pensamiento?’, y permanecemos muy atentos a lo que
sucede justo después de formular esa pregunta.” “¿Qué ha pasado?”, pregunta.
“Se ha producido una pequeña pausa en vuestro pensamiento mientras esperabais
el siguiente. En ese intervalo no existen pensamientos. Ahí está la nada”.
Consciencia pura es lo que permanece a pesar de
los continuos cambios vitales, es el ser, la energía creadora, “la nada”.
Quien lo practica percibe que, durante unas
milésimas de segundo, es posible no pensar, se detiene el tumulto mental. Si se
repite este ejercicio algunos minutos, ese espacio se hace más evidente, más
claro. Ahí, y de una forma sumamente sencilla, es adonde Frank Kinslow nos
quiere llevar, sin necesidad de complejas técnicas de meditación que requieren
un largo y a veces infructuoso aprendizaje.
“Lo único que habéis hecho es observar el
intervalo entre pensamientos y automáticamente, sin esfuerzo, vuestros cuerpos
se han relajado y vuestra mente se ha sosegado. Eso es lo que sucede cuando
empiezas a funcionar y a vivir en los niveles más tranquilos de la mente. El
cuerpo y la mente están íntimamente relacionados y, cuando la gente deja de
pensar con tanta intensidad, el cuerpo se relaja y descansa”, explica en su
libro La curación cuántica (Editorial Sirio). “No somos los pensamientos, sino
que simplemente somos”.
¿Qué es la ‘eumoción’?
Para llegar a experimentar la consciencia pura,
asegura Kinslow, debemos experimentar lo que llama “eumoción” (eufeeling), que
es un atisbo de nuestra esencia interior, una increíble sensación de bienestar.
En otras palabras, una especie de arrobamiento que podemos describir con
palabras como paz, tranquilidad, silencio, amor, serenidad, alegría…
¿Demasiado inaprehensible? Kinslow propone un
nuevo ejercicio para entenderlo. Sentados con los ojos cerrados, recorremos el
cuerpo intentando fijar la atención en cada una de sus partes. Después,
ampliamos la consciencia hasta sentir el espacio que hay entre nosotros y otra
persona que esté sentada a nuestro lado. Luego, el espacio de toda la sala y de
todo el edificio. Nuestra consciencia sube más tarde y observa el edificio
desde arriba; sigue subiendo y puede ver el barrio entero, como si fuéramos un
pájaro que mira desde el cielo. Subimos más y más, contemplamos la ciudad, el
país, la Tierra entera, para seguir más arriba y tomar conciencia del Sistema
Solar, de nuestra galaxia, del universo entero, y ver cómo se hace pequeño y apenas
es un pequeño punto de luz mientras nosotros nos hallamos más allá de la
materia, suspendidos en la nada. Después, hacemos el proceso contrario hasta
volver a nuestra silla y a nuestro cuerpo.
Esa sensación que se instala en nosotros de
tranquilidad o gozo tras la experiencia es lo que él llama eumoción.
¿Es posible curar?
A pesar de que Kinslow explica que el suyo no es
un método de curación, sus talleres se basan en cómo realizar la
“triangulación” para aliviar los problemas de salud de uno mismo o de otra
persona, incluso las enfermedades. Consiste en tocar con dos dedos a una
persona, centrar totalmente la atención en esos dos dedos y luego sumar la
eumoción. Con esa técnica de tres puntos, cuando somos conscientes de los dos
dedos a la vez más la eumoción, “algo mágico sucede, nos sentimos bien”, y la
intención es “contagiar” ese bienestar a la persona que estamos tocando.
En sus libros describe algunas “curaciones”
utilizando esa técnica. Muchas veces, el que intenta dar bienestar a otra
persona es el primer beneficiado. Una mujer cuenta que su dolor por una
inflamación ha desaparecido mientras tocaba con sus dedos a su compañero en un
taller. “Siempre es bueno –explica Frank Kinslow–, nunca dañará.”
Aquellos que somos conscientes de la consciencia
pura somos como la luz de láser, que es coherente.
Luisa, practicante de esta técnica, explica que,
a pesar de sentirse muy congestionada por un monumental resfriado, después de
practicar un rato y experimentar la nada, ha sacado de golpe toda la mucosidad.
Luego, aunque sigue resfriada, respira mucho mejor.
Él insiste en que no es un método de curación.
Le preguntamo qué pasa si alguien asiste a sus conferencias con la esperanza de
sanar y eso no ocurre? De hecho, en sus talleres hay personas con graves
discapacidades.
“La sanación siempre ocurre, pero no siempre
como pensamos o como queremos que suceda. Cuando hacemos esto, no buscamos un
resultado, simplemente lo hacemos y esperamos a ver qué pasa. Quizás ocurra en
otro sitio, donde se necesite más. Si tienes células cancerígenas que se están
formando y tú quieres que no te duela la cabeza, primero la sanación irá a las
células cancerígenas.
Pero no siempre va en la dirección de lo que
queremos. Recuerda que no es una técnica de sanación. Cuando somos conscientes
de la consciencia pura, todas las fuerzas de la creación empiezan a sanar.
¿Quién soy yo para decir lo que hay que hacer mejor? Esa sabiduría que tiene la
creación sabe mejor hacia dónde tiene que ir.” Esta explicación parece más una
justificación por si la persona no experimenta ningún beneficio, pero lo cierto
es que esta seniclla técnica permite experiencias muy enriquecedoras a muchas
personas.
No hacer, sólo sentir
En ese sentido, sin embargo, cualquier técnica
de meditación encaminada a acallar los pensamientos debería dar el mismo
resultado, ¿qué tiene su propuesta de diferente?, le insistimos. “Uno es
consciente, pero no puede ‘intentar’ ser consciente de la consciencia pura.
Hacer una técnica es ‘intentar’ algo, es una actividad, y no puedes hacer una actividad
y nada a la vez. Nosotros no hacemos nada, simplemente experimentamos.”
Él mismo practicó muchos tipos de técnicas
espirituales buscando respuestas e iluminación, y fue al “dejar de hacer”,
explica, cuando sintió que había descubierto su propia esencia.
Pero la técnica de la triangulación no es fácil
de entender para los que se enfrentan a esta propuesta por primera vez. Lo
curioso es que, en su libro El secreto de la vida cuántica, Kinslow se olvida
de la triangulación y describe una forma de experimentar la consciencia que no
requiere apenas esfuerzo, baasta con experimentar ese diminuto lapso entre
pensamientos y agrandarlo. “Bueno, con el tiempo se perfecciona –dice sin darle
mucha importancia a este asunto–. A la mente no le gusta la consciencia pura
porque es ‘nada’. En la triangulación se utilizan tres puntos porque la mayoría
de la gente necesita eso, ya que sus mentes son muy activas. Así es más
sencillo, y tal y como lo explico en El secreto de la vida cuántica es más
abstracto. Pero no es distinto, es simplemente eumoción”.
Así que básicamente, hay que buscar un sitio
tranquilo, sentarse cómodamente y cerrar los ojos. Se deja que la mente
deambule unos segundos y se observa cómo los pensamientos vienen y van. No hay
que hacer esfuerzo, sino solo una atención concentrada, “como un gato vigilando
el agujero de un ratón”, describe. Con esa observación, los pensamientos se
sosiegan. Tanto es así que llega un momento en que se detienen y es ahí donde
nos hallamos con la consciencia pura. Si se repite algunos minutos, se consigue
que ese espacio se alargue, parece que el tiempo se detenga. Es entonces cuando
se instala la eumoción, que puede ser algo sencillo como el silencio o más
profundo como el éxtasis. Solo hay que observar, nunca intentar controlar ni
dirigir.
“Somos como conductores de luz, como bombillas.
Si la electricidad pasa a través de nosotros sin resistencia, brillamos
luminosos. Pero la menor de las interferencias con el fluido natural de los
electrones provocará más calor y menos luz. La consciencia pura es nuestra
electricidad. Gran parte de la población mundial es mala conductora de
consciencia pura y ello provoca luchas y desórdenes. Podemos ser expresiones
incoherentes del orden infinito de la vida. Pero aquellos que somos conscientes
de la consciencia pura somos como la luz de láser, que es coherente.”
Fuentes: elcorreodelsol.com y
ashamellemagsa33.blogspot.com.ar
compartiendoluzconsol.wordpress.com
04 de febrero del 2016