Pensamiento del domingo 10 de marzo de 2019.
"El incienso ha estado mucho tiempo reservado a las iglesias, pero actualmente en Occidente, hacer quemar incienso en casa se ha convertido casi en una moda: deseamos respirar efluvios perfumados imaginando que aunque estemos ocupados en actividades prosaicas, santificarán la atmósfera por todas partes. Pero es preferible reservar el incienso para los ejercicios espirituales, siendo consciente de lo que representa desde el punto de vista simbólico.
"El incienso ha estado mucho tiempo reservado a las iglesias, pero actualmente en Occidente, hacer quemar incienso en casa se ha convertido casi en una moda: deseamos respirar efluvios perfumados imaginando que aunque estemos ocupados en actividades prosaicas, santificarán la atmósfera por todas partes. Pero es preferible reservar el incienso para los ejercicios espirituales, siendo consciente de lo que representa desde el punto de vista simbólico.
Al quemarse, el incienso desprende un perfume. Esta combustión es la imagen del sacrificio. Todo sacrificio es una combustión: una materia es entregada al fuego con el fin de que sus emanaciones olorosas suban hasta la Divinidad. Para nosotros, esa combustión solo tiene sentido si la transponemos a otro plano, es decir si la materia que sacrificamos es nuestra propia materia, nuestra materia psíquica. Aquél que se esfuerza en vencer sus debilidades purifica su materia psíquica al contacto con ese fuego espiritual que son la sabiduría y el amor divinos. De esa materia purificada emanan los perfumes más sutiles."
Fuente:
http://www.prosveta.com
10 de Marzo 2019