Pensamiento del jueves 10 de noviembre de 2016.
"¡Cuántos creyentes se plantean, acerca de la voluntad de Dios, preguntas verdaderamente ingenuas! Se imaginan que Él tiene una voluntad particular que les concierne: el lugar donde deben habitar, la profesión que deben ejercer… ¿Quiere Él que se casen, que tengan hijos o que se queden solteros para consagrarse a Él?... ¿Les pide que apoyen, o por el contrario que luchen contra tal causa o tal persona?... En realidad la voluntad de Dios no es, para cada uno, relativa a una cuestión particular. Dios sólo quiere que el hombre estudie para comprender sus leyes que son las leyes de la vida, y que se esfuerce después en ponerlas en práctica.
Ciertamente, cada persona está personalmente implicada por la voluntad de Dios; pero no conocerá lo que Dios espera de ella hasta que no haya estudiado la voluntad divina en su principio. Sólo aquél que comienza por acordarse con la voluntad de Dios como principio de sabiduría y de amor, podrá conocer verdaderamente lo que Dios espera de él."
"¡Cuántos creyentes se plantean, acerca de la voluntad de Dios, preguntas verdaderamente ingenuas! Se imaginan que Él tiene una voluntad particular que les concierne: el lugar donde deben habitar, la profesión que deben ejercer… ¿Quiere Él que se casen, que tengan hijos o que se queden solteros para consagrarse a Él?... ¿Les pide que apoyen, o por el contrario que luchen contra tal causa o tal persona?... En realidad la voluntad de Dios no es, para cada uno, relativa a una cuestión particular. Dios sólo quiere que el hombre estudie para comprender sus leyes que son las leyes de la vida, y que se esfuerce después en ponerlas en práctica.
Ciertamente, cada persona está personalmente implicada por la voluntad de Dios; pero no conocerá lo que Dios espera de ella hasta que no haya estudiado la voluntad divina en su principio. Sólo aquél que comienza por acordarse con la voluntad de Dios como principio de sabiduría y de amor, podrá conocer verdaderamente lo que Dios espera de él."