La incomprensión
Una de cada tres
personas que acuden al médico de cabecera tiene síntomas sin ninguna
explicación médica. Cuando esos pacientes llegan al neurólogo la cosa suele ser
grave. O’Sullivan decidió atender su sufrimiento y no enviarlos a casa. “No necesariamente
los mayores padecimientos reciben la mayor consideración y compasión. Hay una
clasificación no oficial para las dolencias y en ella los trastornos
psicosomáticos son los charlatanes de las aflicciones, nos burlamos de ellos.
Eso debe cambiar” . En Todo está en tu cabeza (Ariel), O’Sullivan recorre sus
más de veinte años de experiencia en el trato de esos síntomas que dejan a
personas postradas en sillas de ruedas o padeciendo violentos ataques de tipo
epiléptico.
Suzanne O’Sullivan
Mi edad me sorprende. Nací en Irlanda y vivo en Londres, donde trabajo en el hospital Nacional de Neurología y Neurocirugía. Soltera y sin hijos. Creo en la igualdad, valor que se refleja en el acceso a la salud. La espiritualidad es beneficiosa, pero no creo en la Iglesia y desconozco el sentido de la vida.
¿Cuándo empezó a tomarse en
serio las enfermedades psicosomáticas?
La primera vez que
tratas a un paciente con una enfermedad física para cuyos síntomas no existe
explicación médica lo despachas sin más, eso no va contigo, ni siquiera lo
estudiamos durante la carrera.
¿Y el paciente se va a casa sin
saber qué le pasa?
Sí, lo cual es muy
angustioso. El día que conocí a Brenda cambió todo. La ingresaron en urgencias
por ataques epilépticos recurrentes, nada los detenía, así que le indujeron un
coma.
Eso suena muy grave.
Intubada, con la
respiración asistida…, cada vez que se le intentaba retirar la sedación volvía
a tener ataques epilépticos. Al quinto día la jefa de neurología le retiró la
sedación y nos retuvo sin intervenir ante un espantoso ataque. “Esto no es
epilepsia”, dijo, y la mandó a casa.
Vaya.
Durante veinte años han
llegado a mis manos pacientes con síntomas físicos neurológicos pero cuyo
origen era psicológico. Desde que soy jefa de departamento he intentado
ayudarlos trabajando conjuntamente con psiquiatras y psicólogos en lugar de
quitármelos de encima.
Deberíamos juzgar menos a los
demás y a nosotros mismos
SUZANNE O’SULLIVANN
¿Por qué?
Desde que conocí a Brenda he tratado a personas con una tristeza tan
sobrecogedora e intolerable que contra toda lógica su subconsciente escogía
dejarlas confinadas en una silla de ruedas o paralizadas con convulsiones antes
que sufrir la angustia que experimentaban.
Abrumador.
Sí, el grado de
incapacidad que puede generar una enfermedad psicosomática es tan grave que
resulta difícil creer que la causa es el subconsciente, y son el 30% de mis
pacientes.
¿Inmóviles en una silla de
ruedas pero sin lesión en la columna vertebral?
Efectivamente, y
pacientes con varios ataques epilépticos al día, no uno ni dos sino diez, que
tienen que estar hospitalizados pero que en realidad no tienen enfermedad
cerebral.
¿Qué se hace normalmente con
esos pacientes?
Nada, abandonarlos; por
eso decidí incorporar a mi equipo psiquiatras y psicólogos y tratarlos de
manera interdisciplinar.
¿No los toman en serio?
No, ni los médicos ni la
sociedad. En el caso de la epilepsia el 70% de los pacientes que la sufren no
tienen ataques cuando toman la medicación, pero a ese 30% de pacientes
psicosomáticos la medicación no les hace efecto; y mientras en el caso de la
epilepsia de base neurológica los ataques duran minutos, en su caso pueden
durar horas.
¿Estamos hablando de
enfermedades imaginarias?
No. Los efectos son
reales, pero es la mente la que produce esta idea de enfermedad.
¿Qué ha descubierto?
Que es mucho peor que
una discapacidad física porque no puedes aplicar ningún tratamiento para
paliarla. Hay que hacer un estudio muy profundo de esa persona.
¿Cuáles suelen ser las causas?
Hay cientos de causas,
pero en muchos de los casos más extremos –ataques de tipo epilépticos y
parálisis– el origen son los abusos sexuales o físicos, pérdidas traumáticas o
mucha enfermedad en la familia. Los casos más leves se deben al estrés general
de la vida: problemas financieros, con la pareja, con los hijos…
¿Y cuáles son los síntomas?
Los más comunes son el
dolor de cabeza, de estómago, de espalda, y la fatiga. La mente es capaz de
reproducir cualquier tipo de síntoma. Pueden aparecer a cualquier edad, pero la
tendencia es a edad temprana o entre los 20 y 30 años. En niños, el dolor de
estómago está ligado al acoso escolar y problemas familiares.
¿Cómo protegernos de nuestra
mente?
Siendo resilientes y
aceptando la ambigüedad.
¿Qué ha averiguado?
Que el poder de la mente
sobre el cuerpo es ilimitado: podemos imaginar cualquier tipo de síntoma médico
y producirlo, y que es muy grave subestimarlo.
Si nuestra mente puede
enfermarnos, ¿también puede curarnos?
No totalmente, pero sí
influir en la enfermedad. Hay una interacción muy clara entre mente y cuerpo.
Red
de conexiones en el cerebro humano (Emily Finn / Universidad de Yale)
¿Cómo reaccionan los casos más
graves al tratamiento psicológico?
Depende de lo rápido que
se haga el diagnóstico, pero personas con parálisis son capaces de volver a
caminar con normalidad, y en muchos casos no es gracias a un tratamiento
psicológico, sino a un fisioterapeuta.
La mente humana es sorprendente.
Sí, y he comprendido
algo esencial: deberíamos juzgar menos a los demás y a nosotros mismos. Los
pacientes que sufren enfermedades psicosomáticas se sienten culpables, pero la
realidad es que no pueden controlar los síntomas, nunca se hace expresamente.
¿Qué caso la ha conmovido más o
ha sido más revelador?
Pacientes que a los 15
años empezaron a tener problemas sin diagnóstico y cuyos síntomas fueron
mutando a distintas partes del cuerpo: el intestino, el corazón…, y quince años
después llegan a mí con problemas neurológicos. Que la medicina haya dejado a una
persona abandonada durante quince años sin poner freno al proceso dice muy poco
de la medicina.
Fuente: cosmoplug.com
https://compartiendoluzconsol.wordpress.com
29 de Noviembre del 2016