"Para poder permanecer activos toda la jornada sin experimentar fatiga, es indispensable hacer, de vez en cuando, unos momentos de relajación. Pero dos o tres veces solamente no bastan... Diez, quince, veinte veces al día, debéis detener el movimiento interior que os arrastra para poder recargaros con una energía nueva. Y con un minuto cada vez es suficiente.
En cuanto tengáis un momento, estéis donde estéis, en lugar de permanecer crispados sobre una dificultad, de impacientaros porque tenéis que esperar, etc., aprovechad la ocasión y entrad dentro de vosotros mismos diciendo: «Gracias Señor, ahí tengo aún otra ocasión para serenarme, para volver a encontrar el equilibrio.» Recurrid a la luz, concentraos en un color, pronunciad una fórmula. Reemprendéis después vuestras actividades con nuevas fuerzas, con un nuevo impulso y con las ideas más claras. Y no tengáis miedo de perder vuestro tiempo: después lo recuperaréis con creces."