"Si tenéis tendencia a considerar que los seres que amáis os pertenecen, muy pronto os encontraréis en un callejón sin salida. Un día os veréis obligados a admitir que estos seres se os escapan y, si no lo aceptáis, sufriréis y les haréis sufrir también a ellos.
En vez de obstinarse en la idea de que su mujer le pertenece, un marido debería reflexionar: ¿acaso no existía ya mucho antes de que él la conociese? ¿acaso no seguirá existiendo después de él? Antes de él, en otras encarnaciones tuvo ya otros maridos, lo mismo que él tuvo también otras mujeres. Si siempre hubiese estado con ella, no tendría miedo de perderla. Y ella tampoco, por otra parte. El temor que puedan tener de ser abandonados o traicionados, prueba que todavía no existe entre ambos un lazo verdaderamente sólido; incluso puede ser que se encuentren por primera vez. Es pues inútil atormentarse; los hombres y las mujeres deben decirse que se han asociado para vivir esta vida, y que deben hacer todo lo que puedan para trabajar juntos honestamente, eso es todo. Y si consiguen crear entre ellos las mejores relaciones, podrán volverse a encontrar de nuevo en una próxima vida."