Todo el suceso ocurrió en Arequipa (Perú), en la base aérea de La Joya. Había alrededor de 1.800 hombres en la base y una serie de aviones de combate Sukhoi 22.
En ese momento todo el mundo se sorprendió al ver un objeto en forma de globo a escasos kilómetros de allí. Alertados porque alguien los estuviera amenazando o espiando la base, ordenaron al comandante Oscar Santa María Huerta que se encargara de este objeto.
El piloto voló directo hacia el objeto disparando mientras se acercaba, pero sin resultados. Cuando el objeto comenzó a ascender lo siguió, hasta que alrededor de 80 km de distancia de la base, el globo se detuvo abruptamente, forzando a Huerta a maniobrar para no chocar contra él.
Al cabo de un tiempo, el comandante se acercó lo suficiente para vislumbrar lo que era realmente el objeto, y entonces es cuando quedó aterrado al comprobar que era una nave de 9 metros con un escudo protector y plateado, con una superficie lisa, sin ningún tipo de antena ni saliente, y sin embargo era una nave autopropulsada.
El comandante acabó disparando más de 50 balas de 30mm de calibre, pero el objeto, que anticipaba sus movimientos, logró que ningún proyectil diera en el blanco, según el comandante, el escudo protector absorbía los impactos, impactos que de darse contra un avión convencional, lo hubieran derribado sin problemas...
Lo más sorprendente de todo es que la nave nunca lo atacó, solo huyó, y toda la persecución fue vista desde los oficiales y todo el personal que estaba en la base...
Información y fuentes:
www.lagranepoca.com