Pensamiento del domingo 10 de noviembre de 2019.
"Antiguamente, por tradición, los sacerdotes y las sacerdotisas tenían como única función mantener en los templos un fuego que no debía apagarse jamás. El fuego, la llama y la luz en los santuarios recuerdan la presencia de la Divinidad en el universo, pero también en el hombre. Ese fuego, en el hombre, es el amor que, a imagen del sol, debe sin cesar arder en su corazón y está alimentado por el sacrificio.
¿Qué es el sacrificio? Una transmutación. Solo aquel que sabe hacer sacrificios posee el secreto de la transmutación de la materia, que es la condición misma de la vida. Esa transmutación de la materia, solo puede hacerse con el fuego y, sobre todo, con el fuego espiritual del amor. La vida solo es posible gracias al sacrificio, gracias al amor. Por todas partes, desde las piedras hasta las estrellas, el amor sostiene la estructura del universo; si el amor desapareciera, nuestro cuerpo mismo se convertiría en polvo. Y es gracias al amor, gracias a los sacrificios de los humanos los unos por los otros, por lo que las familias y las naciones pueden también subsistir. El amor es la mayor fuerza del universo.""Antiguamente, por tradición, los sacerdotes y las sacerdotisas tenían como única función mantener en los templos un fuego que no debía apagarse jamás. El fuego, la llama y la luz en los santuarios recuerdan la presencia de la Divinidad en el universo, pero también en el hombre. Ese fuego, en el hombre, es el amor que, a imagen del sol, debe sin cesar arder en su corazón y está alimentado por el sacrificio.
Fuente:
http://www.prosveta.com
10 noviembre 2019