Pensamiento del viernes 8 de noviembre de 2019.
"Si abrís una semilla para observarla en el microscopio, no descubriréis la imagen del árbol que producirá una vez que la pongáis en la tierra. ¿Qué sucede pues para que termine por dar esa criatura inmensa con raíces, un tronco, ramas, hojas, flores y frutos…? Del mimo modo, ninguna observación microscópica de la «semilla» que el hombre da a la mujer puede indicar lo que será un niño. Pero una vez que esa semilla sembrada en el seno de la madre es alimentada con su sangre, se desarrolla y, un día, el niño viene al mundo en posesión de todos sus rasgos físicos y psíquicos propios.
Ese fenómeno natural que vemos sin cesar repetirse ante nuestros ojos revela el misterio del ser humano, el misterio de su vida psíquica y espiritual: porque interiormente también posee un esquema, una huella original conforme a la que las fuerzas que circulan en él se determinan y se orientan. Y del mismo modo que la semilla está predestinada a llegar a ser como su padre, el árbol, la vocación del ser humano es tender hacia la perfección de su Padre celestial: esta perfección está inscrita en su estructura.""Si abrís una semilla para observarla en el microscopio, no descubriréis la imagen del árbol que producirá una vez que la pongáis en la tierra. ¿Qué sucede pues para que termine por dar esa criatura inmensa con raíces, un tronco, ramas, hojas, flores y frutos…? Del mimo modo, ninguna observación microscópica de la «semilla» que el hombre da a la mujer puede indicar lo que será un niño. Pero una vez que esa semilla sembrada en el seno de la madre es alimentada con su sangre, se desarrolla y, un día, el niño viene al mundo en posesión de todos sus rasgos físicos y psíquicos propios.
Fuente:
http://www.prosveta.com
08 noviembre 2019