"¿Acaso sabéis esperar?... Sí, esperar para extraer elementos benéficos de esos momentos que preceden a la llegada de un acontecimiento feliz. Esperáis, por ejemplo, la carta de un pariente, de un amigo... Y, por fin, llega, ¡qué alegría! Pero cómo estáis impacientes, os apresuráis a abrirla y ya está, vuestro gozo se ha esfumado, porque, ¿qué contenía esta carta? A menudo, nada extraordinario. Pero la espera sí que era algo extraordinario. Sí, si esperáis un poco imaginando lo que puede contener, saboreáis unos momentos únicos que podéis prolongar todo el tiempo que deseéis. Pero sois débiles, la tentación está ahí, no sabéis resistirla y destruís vuestro gozo.
La carta es aquí sólo un ejemplo entre otros muchos para haceros comprender el poder que tenéis de mantener el gozo en vosotros. Tenéis un proyecto por el que sentís un gran interés: mientras trabajáis en su realización, todavía podéis alegraros por lo que vivís por adelantado en vuestro pensamiento, en vuestro corazón, en vuestra alma. Pero una vez que habéis realizado el proyecto, a menudo os sentís decepcionados, porque esperabais mucho más."