"El invierno comienza en el momento en que el sol entra en la constelación de Capricornio, que es un signo de tierra. Simbólicamente, Capricornio está relacionado con las cimas, con los picos rocosos, pero también con las cavernas profundas, con las grutas que se abren en las entrañas de la tierra en donde lentamente se forman los cristales y las piedras preciosas. Esta imagen de las entrañas de la tierra merece ser meditada porque nos instruye sobre la analogía que existe entre la tierra y el ser humano. En efecto, es asimismo en sus entrañas donde la mujer lleva y forma a su hijo. Y es también en las entrañas, en el centro Hara, donde el Niño Cristo debe formarse un día en cada uno de nosotros.
Durante el resto del año, la naturaleza está muy activa, pero cuando se acerca el invierno los días se acortan, las noches se alargan y muchos trabajos se detienen: ha llegado el momento del recogimiento, de la meditación. Este sosiego de toda la naturaleza nos invita a penetrar profundamente en nosotros para preparar las condiciones del nacimiento del Niño divino."