"Desde hace siglos, asistimos en Occidente a los combates incesantes entre la religión y la ciencia. Durante mucho tiempo, la religión fue lo suficientemente poderosa para alzarse con la victoria. Después, poco a poco, la situación se ha invertido: a medida que ha ido progresando, la ciencia se ha impuesto, y ha conseguido incluso minar en mucha gente los fundamentos de la religión quién se ha visto obligada a batirse en retirada.
En realidad, de la misma forma que la religión no ha podido oponerse al desarrollo de la ciencia, la ciencia, cualesquiera que sean sus progresos, tampoco podrá nunca suplantar ni destruir la religión. Existe una conexión entre ambos dominios, y cada uno de ellos, bien comprendido, no puede sino reforzar e iluminar el otro. Aquellos que tratan de separarlos o de oponerlos cometen un error. ¿Cómo imaginarse que el Señor habría introducido en el universo que ha creado, y en el hombre que está hecho a su imagen, dos realidades incompatibles? Hace falta solamente descubrir las leyes que rigen tanto el mundo físico como el mundo espiritual, porque estas leyes son en realidad idénticas."