"El ojo en el centro de un triángulo es un símbolo muy extendido en el cristianismo y en ciertos movimientos espirituales. Representa al ojo de Dios que lo ve todo. Eso no significa que, como creen ingenuamente algunos, Dios se ocupa de anotar todas las buenas y las malas acciones de los humanos para castigarles o recompensarles después. Este ojo de Dios está en realidad en el hombre mismo y si es capaz de sentir esta mirada que «sondea los riñones y los corazones», como se dice en la Biblia, avanzará por el camino de la luz sin riesgo de extraviarse. Hasta que la conciencia espiritual de un ser no esté suficientemente desarrollada, esta vigilancia es necesaria y saludable.
En la vida corriente, el que es consciente de sus deberes no necesita ser vigilado, trabaja incluso mejor si se siente libre. Pero en el plano espiritual del que hablamos, para que la vigilancia del ojo de Dios ya no sea necesaria, el ser humano debe haber alcanzado un grado muy elevado de desarrollo, y debe en particular haber adquirido la plena conciencia de la importancia de la obra cósmica en la que participa. Hasta que no haya alcanzado este nivel de conciencia, esta vigilancia será su salvaguardia, y no sólo debe aceptarla, sino también pedirla. "