“Si estás enfermo, los médicos te dicen: “Guarda cama y descansa”. Pero ¿qué harás mientras descansas? Prestarás atención a tu dolor, y entonces lo estarás alimentando. La atención lo alimenta. Piensas continuamente en el dolor; se convierte en un mantra, una cantinela interior que dice: “Estoy enfermo, estoy enfermo. Esto y lo otro están mal”. Te quejas y recorres tu cuerpo una y otra vez e intentas encontrar lo que no va bien. Y esto se convierte en una obsesión, en algo muy patológico, que puede llegar a ser una continuidad de la enfermedad. Quedarás hipnotizado por las dolencias de tu cuerpo.
Si se le presta demasiada atención a la enfermedad, te conviertes en víctima de una hipnosis. Si te quejas continuamente de algo, creas un círculo vicioso; te quejas y provocas el motivo de la queja, porque cada lamento hace que le prestes de nuevo atención, y otra vez te quejas. Se convierte en algo repetitivo.
He oído decir (y ha sucedido muchas veces): una persona estaba enferma, paralizada; durante quince años no pudo andar. De repente, una noche, la casa se incendió y todo el mundo salió corriendo de allí. El hombre olvidó que estaba paralizado, así que él también salió corriendo de la casa. Sólo fuera de la casa, cuando su familia le encontró corriendo, le dijeron: “¿Qué? ¡Eres paralítico!”. El hombre se cayó al suelo.
¿Qué pasó? Ante una situación tan grave (la casa se quema) el hombre olvidó por un instante que estaba paralizado. Si puedes olvidar tu enfermedad, ésta desaparecerá más rápidamente de lo que cualquier medicina puede conseguir. Si no la puedes olvidar, si continuamente estás obsesionado por ella, entonces estás jugando con la herida. Cuanto más juegues con la herida, más profunda se hace”.
Osho, Ni agua, ni luna. Charlas sobre el zen
"Compartiendo Luz con Sol" Solange Marín 05 Mayo 2015