DOMINGO, 3 DE MAYO DE 2015
¡Saludos a todo el que lea este
mensaje!
Soy Melquisedec, el que es llamado el
Anciano de los Días por algunas culturas, el Eterno Servidor por otras, además
de otros nombres por los que se me conoce.
Desde tiempos inmemoriales, las
hordas del mal han tratado de vencer la armonía y el buen hacer de los
servidores de la Luz, y lo han intentado de muchas y diversas maneras.
En su ignorancia, han
pretendido siempre contradecir la Voluntad del Eterno, como si alguien
perteneciente a Su Creación pudiera hacerle sombra o crearle dificultades.
Eso es ciertamente imposible, pues
hasta los que se vuelven contra Él, Dios se lo permite para que se cumplan Sus
designios, y a través de los trastornos que esos seres oscuros ocasionan, otros
que están en su proceso de aprendizaje puedan aprender a elegir de bando.
Al final todos son arrastrados, no,
mejor conducidos hasta el centro de equilibrio, el camino del medio, el Tao, la
Divina Armonía, el concepto ancestral del Todo, el Nirvana, el Paraíso, la
comunión ulterior con el Creador.
También lo serán los seres que ahora
están luchando contra la Luz.
En estos tiempos de crecimiento
espiritual, y también de olvido del Cristo, de Buda y de Alá, del Gran Espíritu
y de Jehová o Yahvé, las almas se dirigen por iniciativa propia hacia el lado
al que deciden estar, o al de la Luz o al de la ignorancia, al de la sabiduría
o al del interés propio, al del Amor o al del odio, al de la cooperación o al
de la desesperación.
Mi pregunta para ti, hijo, es ¿hacia
cuál estás dirigiendo tus pasos?
Bien, si está leyendo esta
comunicación, esta canalización como el hombre la llama ahora, es señal de que
has optado por la Luz; de lo contrario ni siquiera repararías en mis palabras,
ni te molestarías en saber lo que quiero decirte, mi amado.
No obstante, y como está escrito, “muchos
serán los llamados, pero pocos los escogidos“. A muchos los llamará Dios a
Su lado, pero la inmensa mayoría decidirá posponer el llamado y el compromiso
de seguir activamente la misión que él determine para esa persona, recreándose
en la satisfacción de sus sentidos o en la búsqueda de comodidades, aduciendo
que “ya habrá tiempo de dedicarme de lleno a mis responsabilidades con mi
misión, aún soy joven y quiero vivir la vida”.
¿Te puedes hacer una idea de cuántos
hay que piensan así? Pues son incontables, muchísimos. Y eso, queridos, es algo
que nos entristece.
Son muy pocos los que deciden
comprometerse. Y aún entre los que deciden aceptar ese compromiso, la gran
mayoría lo hace buscando una recompensa, o el reconocimiento de los demás. Muy
pocos, poquísimos, lo hacen con un corazón sencillo, humilde y desinteresado,
por el simple hecho de ayudar al Supremo Creador en Su Plan Divino.
Soy de la opinión de que todos los
que se han comprometido, lo han hecho porque han recibido, de alguna manera, un
atisbo (por tenue que sea) de la grandeza y la magnificiencia del Innombrable,
y ellos se sienten más bien en deuda con Él por haber puesto Su confianza en
ellos.
Se ven pequeños, como una caña al
viento, indefensos y extremadamente vulnerables, porque su especial
sensibilidad los hace así, y necesitan continuamente de nuestra
guía y la de su voz interior, para saber que están siendo guiados y que
sencillamente no se han vuelto locos.
Pero no, muy lejos de estar locos, en
realidad están bien anclados en el buen camino, que les conducirá a la
dicha y la bienaventuranza eterna.
Son los que en su ceguera piensan
sólo en sí mismos y en su propio placer, los que caerán en depresión y en
desesperación en multitud de veces, y suyo será el remordimiento y el “crujir
de dientes” cuando comprendan que perdieron su tiempo y su oportunidad en esta
encarnación, por buscar únicamente su propia satisfacción y no la del bien
común, que es lo que desea Dios nuestro Señor.
Busca, pues, la manera en que puedes
cooperar en el bien común, haciendo uso de los talentos y destrezas que Dios te
ha otorgado a tal fin.
Mis bendiciones para todos vosotros,
los que habéis acudido al llamado, y los que estáis volcados a la búsqueda exclusiva
de vuestro propio placer.
Mi Amor, como reflejo que soy del
Creador, es para todos por igual, como la Luz del sol que les llega a todos por
igual, hagan lo que hagan y piensen como piensen.
En la Luz, el Amor
y el Poder del Dios vivo,
Melquisedec.
Fuente: Melquisedec
Canal: Kris-Won
Publicado por María Rosa Ruso TITO FERRO en 4:28
Re-Publicado por ANSHELINA, la Luz que llama a despertar
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