"A aquéllos que se preguntan si deben vivir en la castidad, en la continencia, sólo podemos darles una respuesta: todo depende de su naturaleza profunda y de la meta que tengan en la vida. La continencia puede dar muy buenos resultados, pero también muy malos: puede hacer que algunos se vuelvan histéricos, neuróticos, enfermos, y otros, al contrario, fuertes, equilibrados y sanos.
¿Tienen razón los que dan satisfacción a sus instintos sexuales? Si no existe nada más importante para ellos en la vida que este placer, y si son incapaces de prescindir de él, tienen razón. Pero para aquél que tiene verdaderas aspiraciones espirituales, es otra cosa: hasta que no aprenda a dominar la fuerza sexual, no logrará responder a las necesidades de su alma y se sentirá siempre insatisfecho. En este dominio, como en muchos otros, todo depende del ideal, de las aspiraciones profundas de los seres."