Pensamiento del martes 28 de junio de 2022.
"De un modo general, podemos decir que un fruto posee tres elementos: la piel que tiramos, la pulpa que comemos y la semilla que plantamos. Diréis que ya sabíais eso. No, porque si lo supieseis, no cometeríais tantos errores en vuestra vida. Pongamos el ejemplo de un hombre (o una mujer) que os habla cada día de su amor. Tomáis sus palabras y os las coméis, os las tragáis incluso sin seleccionarlas. Veréis como algún tiempo después, estáis sumidos en plena tragedia. ¿Por qué? Porque no habéis comprendido la lección del fruto. Ciertamente, ese hombre o esa mujer, pusieron elementos muy buenos y muy hermosos en su amor, en sus palabras; pero debieran haber sabido que, viniendo de un ser humano, sus palabras contenían, necesariamente, elementos humanos, demasiado humanos, que debieron apartar. Sí, el amor es una cuestión muy compleja.
En el amor que os ofrecen, siempre hay elementos que debéis rechazar, otros que debéis tomar y, finalmente uno, que debéis plantar en vuestra alma. Por eso debéis decirle al ser que os ama: “Espera un poco, antes de darte una respuesta, debo primero plantar la semilla. El fruto es suculento, pero quiero conocer el árbol que va a producir...”"