"Sentirse felices o desgraciados, alegres o tristes, son a menudo estados de conciencia muy relativos. He aquí un ejemplo que sin duda os recordará experiencias que habéis tenido.
Un día os sentís un poco perezosos, un poco tristes, la vida os parece gris e insípida…
De repente, conocéis una mala noticia: un miembro de vuestra familia, o un amigo acaba de tener un accidente y está gravemente herido, quizás incluso no sobreviva a sus heridas… Al saberlo, evidentemente, os quedáis destrozados, y es normal. Pero al cabo de algunas horas, os enteráis que fue un error, y que hubo una confusión. Entonces, de repente, ¡qué cambio! ¡La vida os parece entonces tan ligera, hermosa y rica! Sí, pero ¿por qué no os lo parecía antes también? ¿Por qué fue preciso que se os anunciara por error que podríais quizá perder a un pariente o a un amigo, para tomar conciencia que antes ya erais felices?"
De repente, conocéis una mala noticia: un miembro de vuestra familia, o un amigo acaba de tener un accidente y está gravemente herido, quizás incluso no sobreviva a sus heridas… Al saberlo, evidentemente, os quedáis destrozados, y es normal. Pero al cabo de algunas horas, os enteráis que fue un error, y que hubo una confusión. Entonces, de repente, ¡qué cambio! ¡La vida os parece entonces tan ligera, hermosa y rica! Sí, pero ¿por qué no os lo parecía antes también? ¿Por qué fue preciso que se os anunciara por error que podríais quizá perder a un pariente o a un amigo, para tomar conciencia que antes ya erais felices?"
Fuente:
http://www.prosveta.com
11 de Octubre 2018