"Cuando queráis deteneros, vigilad particularmente vuestras manos porque, mientras pensáis estar relajados, a menudo vuestras manos están todavía crispadas. Las manos experimentan más que cualquier otra parte del cuerpo nuestro estado interior. Observad cómo agitan las manos las personas cuando hablan…
E incluso cuando no hablan, las cruzan, las descruzan, manipulan los objetos sin necesidad alguna, se rascan, garabatean, las agitan. Inmovilizar y detener las manos es una de las cosas más difíciles. Por ello observad bien vuestras manos: si llegáis a pararlas también a ellas, sentiréis un bienestar comunicarse hasta vuestro plexo solar."
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28 enero 2020